Viveros el Molino de La Maruca se fundó en 1988 por un grupo de mariscadores de Cantabria que depositaban su pesca en un pequeño vivero montado para su uso.
Más tarde, se hizo cargo del mismo José Manuel Martínez, compañero y amigo de todos ellos, comprándoles el marisco autóctono para su venta en los mejores restaurantes de Cantabria. La empresa se quedó pequeña y se tuvo que trasladar a un bello paraje situado en la misma orilla del mar, en un antiguo molino de mareas.
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En este molino, y sin modificar su estructura, se montaron unos viveros naturales, en los que entraba y salía el agua, aprovechando las fuertes mareas del Cantábrico. Se instaló una depuradora con 100.000 litros de agua pura y cristalina para la depuración de moluscos como las almejas, mejillón, ostra… y cetarea de crustáceos como langosta, bogavante, centollos, nécoras, cigalas.
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La empresa tiene hoy grandes clientes y buenos proveedores. Los mariscos del MOLINO LA MARUCA están catalogados como un manjar exquisito para las mesas exigentes. Estamos avalados por los grandes cocineros del entorno del Cantábrico. Sirven a restaurantes y a domicilio con una flota moderna de vehículos isotermos.
También, despachan al público en el vivero y admitien encargos. Cuecen el marisco, si la cantidad lo requiere, en un horno de vapor. Asimismo, elaboram el desmigado de centollo y de buey, elaborando así un producto muy apreciado.
Especies comercilizadas
La almeja es un bivalbo que vive enterrado en la arena en la zona intermareal. Su concha está formada por dos valvas iguales, unidas por un ligamento que posibilita su apertura y cierre. Se va enterrando en la arena con un pie musculoso en forma de hacha. El alimento lo consiguen filtrando el agua del mar por una especie de sifón. Esta capacidad les permite vivir unos centímetros por debajo de la marea, soportando así los períodos de bajamar. La puesta tiene lugar en primavera y en verano. Después de la fecundación pasan por un estado de larva hasta que a los 15 días comienzan a adoptar una vida bentónica y pasan a vivir enterradas.
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La masera o Buey de Mar (Cancer pagurus) es un crustáceo decápodo con una caparazón ovalado y liso de color pardo, más ancho que largo que lo hace diferenciarse perfectamente. Como el resto de otras especies parecidas, las hembras tienen el abdomen mayor que los machos. Sus primeras patas son unas pinzas gruesas rematadas en unas afiladas uñas de color negro, con las que captura y tritura a sus presas, principalmente peces pequeños, otros crustáceos y estrellas de mar. Vive en la zona intermareal en fondos arenosos o en las rocas, llegando en ocasiones las hembras a bajar hasta los 150 metros en los meses de invierno para poner los huevos. Se crecimiento es muy lento, llegando a la madurez sexual a los 6 años. Los ejemplares adultos pueden medir hasta 30 cm de largo y pesar 5 kilos.
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El Oyocantaro o Bogabante tiene el caparazón liso de coloraciones verdosas y azules con manchas claras. Detrás de los ojos tiene dos espinas y en las patas delanteras posee dos grandes pinzas; una afilada y grande que usa para cortar y aplastar, mientras que la otra dentada es con la que tritura los alimentos. En la cabeza tienen dos pares de antenas y su cola tiene forma de abanico, pudiendo llegar hasta los 50 cm de longitud. Vive en zonas de rocas poco profundas, refugiándose en los huecos que realiza en la arena. Allí, se alimenta de pequeños peces que suele capturar por las noches. Su lento crecimiento es por mudas de su caparazón, llegando a vivir hasta 50 años. Estos hábitos nocturnos del bogavante son aprovechados por los pescadores, que apuestan sus nasas en los fondos rocosos para apresarlos.
El Centollo de caparazón grueso y peludo de color marrón o rojizo, vive muy cerca de la costa en fondos rocosos y arenosos. El caparazón mide entre 10 y 20 cm de diámetro, tanto como sus alargadas y delgadas patas, y está cubierto de vellosidades que le sirven de camuflaje ante posibles depredadores. El primer par de patas está formado por unas pinzas alargadas, con las que tritura los alimentos, como las estrellas de mar, algas, moluscos y otros animales del fondo marino, llegando a alcanzar pesos de hasta 4 kilos. En la época reproductora se reúnen en grandes grupos, llegando a tener dos puestas al año con un promedio de unos 15.000 huevos en cada puesta.
La langosta es otra de las estrellas de los mariscos, siendo su carne de las más apreciadas. La langosta (Palinurus elephas) es un crustáceo decápodo invertebrado con cinco pares de patas y una cola en forma de abanico. Su duro caparazón espinado le sirve como defensa ante posibles depredadores que controla con el largo par de antenas que le salen de la cabeza. Tiene el cuerpo de colores pardos y violetas con manchas amarillas. Su hábitat son los fondos rocosos en profundidades entre 20 y 60 metros, descendiendo en impresionantes migraciones hasta profundidades mayores en invierno. Son peregrinaciones en fila, en las que la langosta que va detrás va protegiéndole el abdomen con las antenas a la que la precede. Estas antenas le sirven de radar además de instrumento de defensa.
La nécora es un crustáceo con caparazón pardo-rojizo recubierto de pelillos que le dan un aspecto aterciopelado y con unas franjas azules en las pinzas delanteras. La nécora gallega se caracteriza porque su concha es hexagonal de color marrón oscuro y textura vellosa. El macho tiene el abdomen triangular y la hembra redondeado y más ancho. Tanto el macho como la hembra tienen patas siendo las dos delanteras en forma de pinzas. En los machos estas pinzas son más grandes que las de las hembras. Las dos patas traseras tienen forma de pala, lo que les facilita su desplazamiento por el agua, a modo de remos. Para aumentar su tamaño, mudan el caparazón. Vive en fondos poco profundos, hasta los 70 m, principalmente sobre fondos rocosos y de arena con cascajo. Su mayor actividad es nocturna, alimentándose de algas y restos de animales.
Barrio Monte Corbanera 118 39012 La Maruca 942322522