Año tras año el número de visitantes crece, superando todas las previsiones, en 2011 se estima que fueron entre 9.000 y 10.000.
No faltan puestos de venta y productores agroalimentarios de todos los rincones de Cantabria, con prioridad para los elaboradores y originarios de Cantabria (alubias, hortalizas, quesos, miel, orujo, vinos, anchoas, etc.).
Se dan cita decenas de artesanos de la madera, piedra, cuero, cerámica, lana, cestería, cuévanos, vidrio, encaje de bolillos, rastrillos, nudos marineros, rabeles, maquetas, flores secas, yugos, albarcas.
La feria, para ofrecer una identidad propia, recrea con una cuidada ambientación y un vestuario de época de la década de los 40 del siglo pasado, el ambiente rural y la actividad de una feria de año. La jornada comienza a las 10 h. con la instalación de los puestos. Unos 130 puestos 60 de venta y 70 de artesanos.
Durante todo el día, se celebra un ‘maratón fotográfico’ en el recinto ferial organizado por la Asociación Fotográfica Oticlic de Torrelavega, y habrá pasacalles a cargo del Grupo Folklórico El Tinglau y de Los Peralos con la gaita, tambor, el bígaro y sus perros.
A las 14.30 h. se repartieron 1.600 raciones de cocido montañés en un recipiente de barro. El precio de la ración de cocido con su compango, la cazuela, el pan, el yogur de La Ermita y los cubiertos es de 2 euros).
Este cocido ha sido elaborado por el cocinero Vicente Gutiérrez, vecino de este pueblo, quien explicará todo el proceso.
Como novedad, este año se ha instaurado la concesión de la medalla de la ‘Alubia de Oro’, que ha recaído en Andrés Iglesias Quintana, maestro artesano herrero que ha participado desde el primer año a pesar de sus más de 90 años.
La feria fue todo un lujo, a mi entender la más bonita y castiza de Cantabria. Todo el pueblo está de «coña», no ves ni una mala cara por ninguna parte. Hasta lo mozos más jovenes de pueblo, con cara de resacón y de no haber dormido, te indican en todo momento y contestan cualquier pregunta que les hagas. Al final el protagonista es el bello pueblo de Casar de Periedo y sus habitantes.
Tomé cantidad de fotos que voy a incluir en diferentes galerias, dada el gran número de ellas :
Cocido :
Como todos los años se elabora un cocido que se reparte al mediodía y que este año elaboraba Vicente. El cocido es montañes, no podía ser de otro tipo. A las dos y media de la tarde ya no quedaban tickets para comer el cocido.
El año pasado se repartieron 1.600 raciones. El ticket para el cocido costaba dos euros y las colas llegaban hasta el final del pueblo, como se puede ver el las ultimas fotos de la galería. A eso de la una del mediodía las colas para el cocido ya se extendían bien lejos.
Artesanos :
Pudimos observar artesanos de todo tipo. Un herrero haciendo herraduras con una especie de crisol de gas, la verdad es que me podría haber pasado toda la mañana observando como daba forma al hierro.
Otro herrero en una fragua haciendo unas verjas, lo mismo que el anterior.
A título anecdótico, mi abuelo fue herrero, él y su padre mi bisabuelo. Hacían campanos en Arenas de Iguña mas en concreto en las Fraguas. Mi abuelo trabajó practicamente toda la vida de herrero, así que todas las herramientas que aparecían junto al artesano de la fragua me sonaban, pues las mayoria se las hacían ellos, de un hierro muy dulce.
Artesanos de la madera, en este caso haciendo un rastrillo.
Un ganadero preparando los escajos para dar de comer al ganado.
Había cantidad de gremios representados en la feria, yo solo he recogido unos pocos.
Puestos de venta :
La Feria de la Alubia y la Hortaliza se convierte cada año en un evento más multitudinario. Ni siquiera la molesta e intermitente lluvia que cayó sobre Casar de Periedo supuso un problema para los visitantes. Aunque se notó algo en las ventas, según decían los comerciantes. Las mareas de gente en todas direcciones se entrelazaron por los puestos que forraron los muros de la localidad. No había un aparcamiento libre ni un puesto sin gente.
Los que acudieron por primera vez a este encuentro que se tarda en preparar un año no daban crédito.
Alubias, tomates, calabazas, miel, quesos, bizcochos, café, castañas, artesanía de Cantabria y un largo etcetera.
Picotendo por la feria :
Tras la barra donde se venden bebidas estaba Adela friendo tortos, enfrente de donde se preparaba el cocido. Adela empezó a amasar a las seis. “Utilizamos más de cien kilos de harina”. Encima, cuando acaban de trabajar “ya nunca queda cocido” . Te sirve unos blancos, unos tortos y unos boronos de tapa mientras te da palique.
En la mayoría de los lugares donde estuvimos saciando el hambre y la sed, la tónica general era el lleno hasta la bandera a partir de las 12 del mediodía, en resumen todo un éxito organizativo.
Escenas de folklore y varios :
Bajo un portalón bien resguardado de la lluvia había mujeres mayores disfrazadas de mujeres aún más mayores, haciendo alfombras y felpudos con hojas de maíz, otras recreando escenas familiares e incluso haciendo punto, desgranando alubias, etc.
Los organizadores, vecinos del pueblo, empiezan hoy a preparar la feria de la alubia del año que viene.
Se escuchanban gaitas, pitos, tambores, dulzaina y como es el caso de la foto de abajo el tan cántabro sonido del bigaro, que nos traslada a los orígenes de la música regional.
Este trío musical (Los Peralos), que además tocaba la gaita y la dulzaina, estuvo amenizando el mercado durante toda la mañana y coincidimos con ellos tomando un vino. Por cierto, también cantaban.
Un ravelista rapsoda y lutier que amenizaba su puesto de venta de raveles con su cantar, lanzaba sus versos contra toda buena moza que osaba pasar delante de sus dominios. El señor, más cerca de los 80 que de los 70, un auténtico Don Juan rebosante de buen humor y simpatia.
Este artículo se lo quiero dedicar a Paco Herrero, desplazado a O´Barco de Valdeorras, que se de buena tinta que hubiera dado cualquier cosa por estar en esta feria.