Hemos Comido…en Cofiño, uno de mis favoritos ambientes para el picoteo y blanqueo.
Enero 2017. De despedida a la Navidad comida en Cofiño, nos acercamos con intencion de tomar un aperitivo y comprar unos quesos, pero se terminó complicando la cosa.
Compramos tres tipos de queso, a cual mejores: ComTé, queso francés de vaca de gran sabor; también compramos queso de cabra de origen pirenáico del cual no sé el nombre, pero siempre que voy lo compro; y Morbier, característico por las cenizas que separan la pasta horizontalmente al medio del queso. Cualquiera de los tresestá buenísimo y en su punto.
Como siempre apertura de mañana con cava, un Torrelló del cual ya hemos hablado en más ocasiones, del que tomamos un par de copas y luego se quedó para esperarnos a la comida, una tapa de queso, aceitunas y lomo. Otro diría que ya habíamos comido y de hecho, casi casi.
No sabíamos donde ir pero sí qué comer, teníamos ganas de carne y por los alrededore no había nada que llamara la atención. Además yo contaba con que no había sitio en Cofiño, pero así todo pregunté y cual seria mi asombro que me dicen que si estoy a primera hora tengo sitio.
Ni corto ni perezoso me acerqué a Cabezón de la Sal a comprar unos hojaldres a la Confitería Milhojas, regentada por mi amigo Edurardo Chapero. También ante mi asombro le quedaban, pues le duran minutos en el mostrador y llegué nada más sacarlos. Y vuelta a Cofiño para comer.
La carta de Cofiño es tradicional, con una buena dosis de especialidades, unas raciones de buen tamaño y unos precios muy ajustados.
Continuamos con el cava del que ya no quedaba mucho pero para acompañar a la comida dio de sí. Mi acompañante tenía claro que solo queria chuleta, yo me apunté a otra especialidad, pero media ración pues ya iba bien servido.
Así que cayeron las ineludibles albóndigas, diré la ineludible albóndiga pues pedí media ración. Una albóndiga de 180gr., una de las especialidaes de la casa, jugosa y con el cálido sabor de una salsa con un ligero toque de vino blanco y el potente gusto a carne, buenísimas. Elaboración magistral.
Antes de servirnos la carne nos presentaron tres tipos de sal por si queríamos añadir, sal del Himalaya, Maldon y sal rosa.
La carne, una chuleta de 900gr., me resultó distinta a lo que me esperaba, una carne bien magra con un velo de grasa y un gran sabor, muy en su punto y muy justa de maceración, aquello no era la típica chuleta.
Total que en el sigueiente pase del servicio les pregunté y efectivamente, era carne de Limousin, de la ganadería de uno de los hermanos de Cofiño, vamos, carne de la casa.
La “Limousine” se distingue por la finura de su grano de carne que lo hace muy blando, su buen desarrollo musculoso, aun siendo “pobre en grasa” hacen que la carne proveniente de esta raza tenga innegables calidades gustativas.
La raza Limousin, de origen francés, concretamente en el macizo central Francés, en la región de Limoges de donde deriva su nombre, es una de las más antiguas del mundo y es considerada como productora de carne.
La chuleta resultó toda una sorpresa, si teneis oportunidad no dudeis en pedirla, una carne distinta con un buen sabor y una textura diferente, una gozada.
Y al final la cuenta, la carne tenía un precio muy contenido, a 30€ el kilo, del cava nos cobraron lo que quedaba y la albóndiga ya veis, 4€, mejor imposible. Por cierto, hacía muchos años que no encontraba plaza en el comedor, siempre está lleno.
Por El Mule