Hemos Comido…en el Chiringuito El Puntal, podría aventurar y definirle como de los mejores chiringuitos de España y de los más cuidadosos con el medio ambiente.
Julio 2016. Acercarte a comer a El Puntal es algo diferente, que no se hace a diario y que te lleva una buena cantidad de tiempo, por lo que diría que si quieres acercarte a El Puntal a comer hazlo sin prisas, tomate todo el día.
De entrada, si no dispones de vehículo acuático tienes dos opciones, la más habitual es coger la lancha de El Puntal y darte un paseo por la bahía, lo cual siempre resulta gratificante, o acceder desde Somo andando por el arenal hasta la punta, un buen paseo. Cualquiera de los dos merece la pena.
El viaje dura algo menos de veinte minutos y de repente te trasladas a un entorno paradisiaco, muy cuidado y mejor mantenido, la lancha te deja en el puente de El Puntal, este puente lo montan y desmontan todos los años los propietarios del chiringuito para que se mantenga como nuevo.
El chiringuito se encuentra a resguardo del norte y nordeste, con las dunas a su espalda a modo de muralla protengiéndolo de estos vientos, orientado al sur. Los días que hace sol se llena a niveles agobiantes, a mediodía para comer es posible que tengas que esperar un rato a que te sienten, pero ya ves qué problema estando en una playa, mientras tanto te das un baño, o los que hagan falta.
El chiringuito El Puntal de Somo fue uno de los ganadores de los IV Premios Chiringuitos Responsables por sus iniciativas sostenibles. Junto a él, otros cinco de Barcelona, Cádiz, Castellón, Pontevedra y Mallorca también han sido galardonados. Durante esta edición 2015 se han presentaron 88 establecimientos de las diez comunidades costeras de la geografía española que han desarrollado más de 200 iniciativas, lo que suposo un récord de participación respecto a ediciones anteriores.
Los Premios Chiringuitos Responsables, impulsados por el ministerio a través de la Fundación Biodiversidad, reconocen las mejores iniciativas ambientales adoptadas por los chiringuitos para contribuir a la conservación del entorno natural donde desarrollan su actividad económica.
Nada más entrar a la barra te encuentras con una pequeña muestra de lo que espera, producto a pie de playa y con una rotación increible.
Todo el pescado es de primera, mucho del surtido va directamente del barco a la cocina y complementado con pescado proveniente de las mejores pescaderías de Santander.
Prima sobre manera la plancha, entre otras cosas porque el local carece de acometida eléctrica y se surte de un generador que aprovisiona a las cámaras y la iluminación.
Nos presentamos dos comensales el típico día que la niebla no deja que el sol luzca pero la temperatura se encuentra de lo más agradable, unos 22º y la del agua 21º, lo que hace que el baño sea de lo más reconfortante.
En la barra comenzamos tomando un rosado fresquito y una nécora para ir abriendo boca, aún no siendo época estaba bien llena y perfectamente cocida, así que la recién sacada bandeja de nécoras duró minutos.
La oferta de vinos me llamó la atención, variada para ser un lugar tan especial y de complejo acesso.
Nos sentaron en una mesa con vistas al sur a la bahía donde puedes pasar todo el día disfrutando de las vistas cambiantes minuto a minuto, y si llegas a una de las puestas de sol típicas de día de sur el momento puede ser irrepetible.
Comenzamos tomando un tomate de Cantabria. Tomate, sal y aceite, exquisito, un tomate de diez aún proveniendo de invernadero (hasta agosto no los suele haber de los que se plantan a aire libre) y con origen en Suances. El tomate resultó de medalla de honor, carnoso, sabroso, fresco, justo de maduración. Al principio nos parecio una enorme ración, pero al final nos la acabamos sin problemas.
Y continuamos con el que para mí es el rey de la plancha en pescados y mariscos, algo muy dificil de encontrar y con un precio parejo a lo complicado de su captura, el magano de guadañeta. Los maganos se pescan uno a uno con un útil especial llamado guadañeta y se comen con un golpe de plancha sin limpiar. Son todo sabor. Para hacerlos de esta manera el magano ha de ser de tamaño pequeño y este verano se ha pagado más de 4€ la unidad. Los maganos resultaron ser una maravilla, perfectamente planchados y rezumando sabor a mar, un manjar único.
Y lo más atípico de esta comida de chiringuito: unas chuletillas de lechazo. Lo habitual suele ser la fritanga, la paella y el pescado, aquí no hay ninguna de las dos primeras, pero la oferta de pescados es como en pocos restaurantes del más alto nivel de la bahía.
No teníamos ninguno de los dos comensales ganas de pescado, pues llevábamos una buena temporada comiéndolo habitualmente, así que nos fuimos por la tangente y nos tomamos unas chuletillas de lechazo.
Y sorpresa, chuletillas de las mejores que recuerdo tanto por su calidad como por su elaboración. La grasa bien frita, chuletilla de riñonada y alguna de palo, como a mí me gustan, un lechazo buenísimo y unas buenas patatas acompañándolo. Coincidimos los dos comensales en la calidad de la ración y en lo bueno de la elaboración.
Aquí tiene fama la Tupinamba, pero seguíamos con el día de llevar la contraria y nos decidimos por unas cerezas riojanas de Tricio, pueblo riojano del mismo nombre que el apellido de nuestro anfitrión Ricardo Tricio.
Después de la comida estuvimos alucinando con la huerta que tiene Ricardo justo detrás del edificio, una huerta sobre arena donde puedes observar un limonero, tomates, lechugas, patatas. Algo increible.
Para terminar vuelta a Santander, mi acompañante tenía el coche en Pedreña y le acercaron personal del chiringuito que se iban a por pertrechos a Pedreña; yo me volví en la lancha, gozando de las vistas, de una agradable tarde de verano en Santander.
En resumen, sorpresa-sorpresa en todos los aspectos, una carta con una buena relación calidad precio, muy buen producto y buena atención, todo ello rodeado de un marco incomparable.
Y no he hablado de la posibilidad de cenar en el lugar, donde las cenas terminan habitualmente en música con baile y más de un baño nocturno; el único problema es la vuelta, aunque en ciertas ocasiones hay una lancha a la una de la mañana y otra a las dos que es cuando cierran.
Por El Mule