Una cena de lo más sorprendente a un buen precio: sashimi de salmón, mejillones y vieiras.
De caza por la plaza de La Esperanza, que si una masera, que si un centollo, que si unas almejas de la bahía, tenía antojo de algo y no sabía de qué. Parte de la cena me la habían encargado, mejillones, y el resto quedaba a mi elección.
Un paseo entre los puestos un sábado por la mañana para poner lo dientes bien largos, la verdad es que opongo poca resistencia cada vez que bajo a la plaza, es algo que cada día me gusta más, siempre encuentro algo que merzca la pena.
En esta ocasión no iba a ser distinto, un salmón fresquísimo a 8,95€, ya se me disipó la vela que cubría el antojo, sashimi de salmón, más facil imposible.
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Y se establece el dialogo típico: «Un trozo como de un kilo, no se yo, que es muy dificil calcular en estos pescados, además siendo la parte abierta, bueno, al final 1kg y 150gr». No me importaba pues ya le daría otro uso a lo que sobrara, como una marmita de salmón, pero eso es parte de otra historia.
Despues de cortar el trozo me lo preparan separando las dos mitades, quitando la parte del pellejo de la tripa y la piel, así queda separado en dos mitades perfectas para limpiar y cortar en casa, a envolver y a la bolsa.
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Después de terminada la búsqueda, voy a lo encargado, a comprar unos mejillones de los gallegos, no muy grandes pero bien llenos de chicha, el mejor mejillón del mundo de las rías gallegas, un kilo y medio a cinco euros el kilo 7,5€. Como siempre que me ve el dueño, Ciano, me recomienda algo. Ciano el rey de los congelados de plaza de La Esperanza, siempre tiene lo mejor en este tipo de pescados y mariscos, la razón es muy sencilla, lo come y si no le gusta lo retira, solo vende lo que el estima que es bueno.
Y en esta ocasión le tocó a unas vieiras congeladas que me juró y perjuró que eran excepcionales, así que cogí un cuarto de kilo, unas ocho vieriras. Pero no me acuerdo del precio, lo que indica que no debían de ser caras.
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Una vez limpio el salmón, pasado por el grifo y seco, se le quitan las espinas. Los proferionales suelen tener unas pinzas para desespinar, yo como no las tengo y si uso las de las mujeres de casa me pueden sacrificar a continuación, uso un alicate muy pequeñito que tengo y que funciona para esto a las mil maravillas.
Ya desespinado se corta, tengo la suerte que hace años vi en un escaparate un cuchillo de cortar salmón y lo compré, la verdad es que lo uso para la mayoría del pescado y en esta ocasión para lo que fue creado.
Terminado de cortar el salmón preparé en un pequeño recipiente salsa de soja y wasabi, removidos hasta mezclarlos. Y ya tenemos el acompañamiento del salmón, delicioso, como más me gusta.
Los mejillones los hago como me enseñó mi abuela. En una sarten grande vieja llenas el fondo con un dedo de agua y lo calientas, llenas el fondo de mejillones y según se van abriendo, cuando tu estimas que están, dependiendo del gusto y del uso, para comerlos al natural un poco más hechos que para el ajillo u otro tipo de salsas que requieren un segundo calentamiento, los vas sacando y rellenado los huecos hasta que terminas. Se les puede añadir una vinagreta, un poco de limón o nada.
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Las vieriras las dejé descongelar, las sequé con un trapo y a una sartén con una gotita de aceite. Resultaron una delicia, buenísimas, si es que Ciano siempre da en el clavo.
En resumen, una cena diferente, acompañada con un cava Brut Barroco de Freixenet que nos quedaba de las navidades pasadas, ya la ultima para hacer el pedido en breve y reponer la bodega de cavas, siempre Freixenet