Hemos Comido…en un caserío restaurado de los alrededores de Bilbao. En verano se llenan las mesas que tiene a su alrededor de jóvenes y familias completas que van a comer al aire libre sus platos sencillos pero de calidad y a buen precio, de los cuales la estrella es el chuletón a la brasa.
Además la última reforma ha dejado un comedor en la planta superior con un servicio muy atento, aunque con un pequeño problema por el humo que se forma con las brasas de las parrillitas donde sirven las chuletas.
La carta del restaurante no es muy amplia, pero cuenta con las típicas referencias de primeros para picar, siendo los segundos mucho más escasos, dado que lo normal es ir a comer chuletón.
Tiene una buena carta de vinos, conservados en una cava de obra con puertas de cristal, con selecciones de todos los puntos de España, y a buenos precios.
Para picar pedimos un poco de chorizo a la sidra y morcilla de puerro cocida, ambos sabrosos y bien cocidos plato contundente.
La chuleta como hemos comentado es su punto fuerte, servida sobre una parrilla con algo de carbón para mantenerla caliente, o hacerla más si alguien le apetece un poco mas hecha. Su calidad muy buena, y con buen punto de maceracion.
De postre pedimos un bizcocho fluido de chocolate, francamente rico.
En resumen un sitio donde volver sin problemas, dada su excelente relación calidad/precio, a comer un buen chuletón acompañado de algún vino rico.
Si decides comer en la campa, vas a la barra, pides lo que quieres comer, la chuleta en kilos, no hay chuletas inferiores a 700g, y te vas a esperar a la mesa elegida en la campa. Cuando llegue tu turno, como en la carnicería, recoges tu comida y a ponerse las botas. Por cierto, en la campa no se puede reservar sitio, el primero que llega elige mesa
