Hemos Comido…en Sidrería Cachopo en Santander, una embajada de nuestros vecinos en Santander.
Hay días que vienen marcados por los antojos, o unas ganas locas de comer algo en concreto. Hoy tocaba este exponente de la cocina asturiana, una elaboración que a los grandes cocineros de Asturias no les gusta admitir como plato emblemático, pero que realmente lo es pues a culaquiera que le preguntes qué comer en Asturias, lo primero que aparece a colación es la fabada y en segundo puesto el cachopo.
Se cuenta por los bares y mentideros del principado que fue el cocinero Fernando Martín quien, en el restaurante El Pelayo, prepararó una receta de su abuela, un cachopo de kilo y medio relleno de un frixuelo, jamón serrano, jamón de york, queso y espárragos. A partir de ese momento comenzó a extenderse la popularidad de esta elaboración. La receta original es muy sencilla: un par de filetes de ternera rellenos con queso y jamón, se empana en pan rallado y se fríe en aceite.
En esos mentideros también me contaron que el origen está en las zonas mineras de Asturias, cuando mataban ganado vacuno y después de haber consumido lo mejor de la canal intentaban vender el resto de esta manera, cuando empezaba a notarse la falta de frescura de la carne, de ahí que le incoporaran cecina y queso de cabra, para matar el sabor. No sé qué tendrá de cierto, pero tiene su lógica.
Al final empujado por mi antojo me dirigí a uno de los pocos sitios con sabor asturiano en Santander.
Y allí pedí el que más me apetecía, el de cecina con queso de cabra.
El tamaño de la hazaña no es desdeñable, ya que consta de dos filetes no muy finos y de una buena catidad de relleno; si le añades el rebozado te plantas en una ingente cantidad de comida. También hay que hacer un hueco a las patatas, que por cierto merecían la pena.
Para bajar tamaña ración, una mousse de limón. De aquí a tumbarse en algún «prao» de los alrededores, dirección Cueto, para hacer la digestión.
