En menos de una semana me he dejado caer por la franquicia Oscars en dos ocasiones.

La primera, el pasado domingo 17 de febrero. Hubo una confusión con un menú sin gluten en otro restaurante y tuve que buscar un sitio rápido para comer porque aquí las horas del almuerzo son más tempranas que en España y finalmente me decidí por este debido a la cercanía del mismo al Temple Bar.

Además, era uno de los que tenía en mi lista de sitios pendientes puesto que había oído hablar muy bien de las hamburguesas.

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A nuestra llegada el sitio estaba completamente vacío. Esto no es algo que suela invitar a entrar a ningún local, pero en ese momento no había muchas más opciones y desde luego que después me alegré, ya que la decisión fue totalmente acertada.

En un principio, mi acompañante y yo, ambas celiácas, queríamos acompañar el plato principal con unas patatas, pero el cocinero no estaba completamente seguro de que estas fueran sin gluten, así que decidimos sustituirlo por una ensalada césar.

La ensalada consistía en filete de pollo a la parrilla, lechuga, crujiente de bacon, queso parmesano, pan de molde y la salsa cesar. Estuvo bien, correcta, pero tampoco destacable.

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La hamburguesa de carne vacuna irlandesa, sin lugar a dudas, me encantó. No le faltaba ingrediente alguno: tocino ahumado, cebolla roja salteada, pimienta negra molida, tomate de res, queso emmental, hojas mixtas y salsa de tomate campestre.

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La segunda vez fue el pasado sábado 23 de febrero. Quise repetir, pero en otro local de la franquicia. Cenar no suele ser santo de mi devoción, pero recibí una visita y no podía permitir que mi acompañante se fuese de Dublín sin probar la hamburguesa que tanto me había gustado. En esta ocasión fui al Oscars de Arran Quay, ya que se encontraba muy cerca de mi alojamiento.

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Tuve la suerte de que en este local el cocinero era celiaco y me aseguró que las patatas eran sin gluten y que donde se freían habitualmente no había problema de contaminación cruzada. Los ingredientes de la hamburguesa fueron en esta ocasión: lechuga crujiente, queso, tocino ahumado, cebolla roja y tomate. No eran exactamente los mismos que en el otro local, pero el sabor de la carne era igual de espectacular. El pan sin gluten también era diferente y, de hecho, me gustó bastante más que el primero.

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Con la hamburguesa y las patatas era más que suficiente para cenar, pero nos decidimos a compartir un postre, ya que la presente redactora del artículo es bastante golosa y no pudo resistirse. La esponja de naranja era el único para celiácos y estaba formada por un bizcocho de polenta con nueces, crema de mascarpone y sorbete de naranja sanguina. Estaba delicioso.

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Durante la velada el servicio fue un poco lento, pero se disculparon por ello y la verdad es que se veía que los camareros no paraban de trabajar, por lo que no se lo tendría en cuenta.

Por Berta

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