Hemos Comido…en Monte, un lugar para sentarte en la terraza con una copa, achicharrarte al sol en verano y en los días de invierno tomarte un cafetito aprovechando los ratos en los que aparecen cuatro rayos.
Marzo 2018. Llevaba tiempo con ganas de acercarme pues me habían hablado muy bien del sitio. Estuve en un par de ocasiones a tomar café, ya que tiene parking privado y suele haber sitio. Me había fijado que aun siendo tarde solía estar lleno de gente terminando de comer o con el copazo de la sobremesa.
Como podeis comprobar en la fotos, la terraza merece la pena.
El interior se divide en tres zonas, la barra, unas mesas altas destinadas a picoteo y el comedor separado de la barra.
La carta resulta extensa y plagada de platos de cuchara, guisos y raciones, todas con un toque distintivo, todas «a mi manera» como podreis comprobar a lo largo del artículo.
De aperitivo una crema de calabaza con un toque de mandarina que no desentona lo más mínimo, empezamos con una sorprendente y sabrosa crema muy a su manera.
Alcachofas, pan tumaca y jamón. Confitado perfecto de punto, luego planchadas, un conjunto de texturas, sabores y temperaturas sumamente armonioso, nunca pensé que un tomate frío se acomodara tan bien con una alcachofa caliente, una grata sorpresa.
Para terminar, cabrito al horno. Una ración como pocas he visto en lo referente al tamaño, de hecho no pude acabarla. Muy bien hecho, con paciencia, doradito y con la grasa derretida debido a la lenta y suave cocción. Acompañado de patatas artesanas y lechuga de verdad, con sabor, cebolla, un buen pellizco de sal y saleroso vinagre, el mejor acompanate del cabrito.
La ración de verdad que era para comer solo con ella, pero ya me había comido lo anterior, así que no me quedó más remedio que dejar parte.
Para terminar y bajar la comida, menuda excusa, una mousse de limón, ácida como me apetecía y sin mucha carga de azucar, como debe de ser.
Y para acompañar al café un trocito de tarta de queso al horno, una tarta buena de verdad.
El lugar merece la pena, en la extensa carta pude vislumbrar ciertos manejos de casquería y menudillos que dejo para otra ocasión. Por cierto, me atendió una chica que mejor no lo pudo hacer, conocía la carta y todas las elaboraciones de maravilla, muy amable, un servicio perfecto.
Otro de los puntos a su favor es la mantelería, el restaurante viste sus mesa con mantelería de tela, algo que agradezco muchísimo y que eleva de categoría a lo servido, empiezo a estar cansado de los manteles de papel y de las servilletas ni te cuento. La relación calidad precio me pareció de lo más justificada. Me sorprendió un poco el encabezado de la factura, que cuando me llegó creí haber hecho un viaje sin moverme de la mesa, partiendo de Monte y terminando en Fresneda.
Calle Bolado 38 39012 Santander Cantabria 645760406