Tenía que conocer nuestro amigo Agustín el buen hacer de La Hermosa.
Un continuo ir y venir de diferentes elaboraciones que toman nombre de menú largo y estrecho. Un desfile de creatividad en toda regla.
Empezando por tartar de gamba servido sobre una rodaja de lima. Un fresco comienzo que continua con un inusual cebiche de machote, con la acidez justa y un ligero picante que refrescan un raro pescado para este menester, raro pero sabroso y terso.
Después le tocó el turno al panipuiri de tartar. Digno heredero del guncan e igual de delicioso. Panipuri para dos de los tres comensales, el tercero sobre unas galletas especiales para celiacos.
Continuamos con pescado, un bonito que tampoco conocía el fuego, pero aun así reinaba sobre el plato.
Croquetas de queso para los dos no celiacos, aquí no hay alternativa.
Cuco, un pescado raro en las mesas de los restaurantes, más utilizado para caldos, pero que en su justo tamaño es para mi gusto lo más de lo más junto con el cabracho. Este resultó estar por encima de mis expectativas.
Para terminar con el pescado una ventresca de bonito, que quitaba el sentido al más pintao.
Terminamos con un brioche de carne picada con un sabroso toque a mostaza.
Terminando con lo salado un pastel de cordero, que a mi entender fue lo más flojo del día.
Fin de velada con una tarta de maracuyá para todos.
Puede que contéis más elaboraciones de las que os cuento, esto es porque en algún caso hay elaboraciones con gluten y sin.