Hemos Comido…en La Brocheta, más bien hemos vuelto en un corto período de tiempo pues nos quedamos con ganas de ciertos platos, lo verdadero de la situación es que si algo hace distinto a este pequeño restaurante es la calidad de sus ingredientes.
En esta ocasión éramos tres comensales, comenzamos con unos maganos a la plancha que en anteriores ocasiones habíamos tomado en la barra, los maganos de arrastre, pero de gran calidad y muy pero que muy bien hechos, con el toque justo de plancha, acompañados de una montañita de patata entre panadera y frita acompañados de un poco de ali oli, una entrada perfecta. Compartimos también de primero unos bocartes fritos, es uno de mis pescados favoritos por no decir el que más, un bocarte recién salido de la lonja de buen tamaño y crecido en los brazos del mar Cantábrico, una delicia, tanto por la calidad, como por la fritura, lo justo, frititos por fuera y jugosos por dentro, otro plato de mercado de lo más recomendable. Se me olvidaba de aperitivo bienvenida nos sirvieron unos ponientitos muy buenos y bien de sabor.
En los segundos pedimos, yo opte por las carrilleras de ibérico, una carne que me encanta, tres carrilleras de tan noble animal, con esa salsa oscura que las caracteriza cocinadas a la manera tradicional, un ¡¡¡montón!!! De sabor, un plato perfecto para terminar una comida. Otro de los comensales pidió cabracho a la plancha, un cabracho de algo más de ración, perfectamente hecho y que le gusto muchísimo, yo me comí medio pues mi tía no podía con todo y la verdad es que estaba buenísimo, hacía mucho que no probaba este pescado, desde la última vez que pesque uno, la frescura y la dureza de su carne le hacen a mi modo de ver uno de los mejores pescados para la plancha. El otro acompañante pidió brocheta de rape, langostinos y vieiras, uno de los platos estrella del restaurante y del que toma su nombre, también excelente el plato, el día de la comida era sábado y estaba lleno el restaurante, me di cuenta de que muchos comensales pedían el menú del día, la verdad es que el aspecto de este era buenísimo, me quede con la copla para otro día. La comida la acompañamos con un Buil 2.004, un buen vino de Toro, nos gustó a todos los comensales. En este restaurante suelen tener una escogida carta de vinos, y el conocimiento de estos por parte del encargado es sublime, además de explicarse todo lo que haga falta con tal de agradar al comensal. De postre nos recomendaron un tiramisú en copa que resulto excepcional, y un sobao caliente caramelizado, excepcional, todo un acierto. Nos invitaron a unos chupitos de orujo. Una comida excepcional. El servicio de lo más atento simpático y comunicativo. El precio muy bueno tirando a bajo.
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