Hemos Comido…en La Brocheta este restaurante en el que las raices cántabras y los toques creativos se combinan para crear una carta de lo más apetecible. Calidad y servicio excelentes.
Entre sus platos más destacados encontramos el carpaccio de atún toro macerado en aceite virgen extra, ensalada de sardinas ahumadas, albóndigas de congrio y postre pasiego con helado de sobao. La Brocheta es un restaurante situado en la zona de Puertochico, en Santander, lo más destacable, además de su situación, es la excelente relación calidad-precio, además del trato agradable de los empleados del restaurante. El interior tiene una decoración muy agradable y discreta, se trata realmente de un sitio muy acogedor y relajante.
En nuestro caso degustamos como entrantes unos lomos de sardinas con pimientos y carpaccio de atún toro, para luego pasar a un plato principal a base de carrilleras al vino tinto con tiras de zanahoria crujiente y secreto ibérico , todo ello con el vino recomendado por la casa, un Ribera del Duero Boccos. Como postre probamos el helado de sobao pasiego, que estaba exquisito.
Para comenzar pedimos una ensalada de jamón de pato con virutas de foie que estaba espectacular, a continuación y también para compartir un pastel de berenjena buenísimo, después comí una brocheta de rape langostino y vieira muy rica, mi acompañante tomó las carrilleras con salsa de vino y crujiente de zanahoria. De postre un coulant y un muy refrescante helado de cítricos, exquisito. El vino fue también una buena elección del camarero, un Valtravieso crianza, la relación precio calidad esta en perfecto equilibrio, la atención y el servicio muy buenos. Todas ellas son razones suficientes para volver,y recomendar sin dudarlo a todo el mundo. De fin de comida nos invitaros a un vino dulce italiano creo que era moscatto muy suve y muy rico.
En nuestra última visita diciembre 2009 reservamos de antemano. Ya reservando de un jueves para un sábado solo les quedaba una mesa para dos, llegamos puntualmente a las nueve y media, en un plis plas, nos sacaron la carta, y nos cantaron lo que había fuera de carta, que por cierto estaba plagada de pescado fresco , de hecho mi acompañante optó por un segundo de fuera de carta, después de tomar nota y servirnos una copa de vino nos obsequiaron con un langostino en brick con ensalada de fondo y un ali oli muy suave, un bocado exquisito, el tomate que le acompañaba aliñado sabiamente y acompañado por el ali oli le daban un sabor especial a la mezcla, me encantó, por otro lado el langostino, tenía la cantidad justa de brick, no amogollonada como en muchos sitios lo ponen y el langostino perfecto de punto sin pasarse, como debe ser. De primero y como no podía ser de otra forma compartimos una ración de carpaccio de bonito macerado en aceite virgen extra, esta vez era de bonito no debía de haber atún toro, pero la verdad es que el resultado es similar al del atún, acompañado de un aceite picual con un sabor a aceituna increíble, un aceite diez «Castillo de Canena reserva familiar», no pude resistirme y les pregunté cual era el aceite. También compartimos una ensalada escalibada de bacalao y pimientos, con espuma de pil pil cubierta de tempura, el plato buenísimo, el bacalao perfecto, los pimientos en su punto, y la tempura muy fina y con una fritura perfecta un plato muy recomendable, y también a tener en cuenta una ración generosísima, después de estas entradas mi acompañante ya estaba bastante llena y me echo en cara lo de siempre: «que pides mucho de entrantes y luego tienes que comer sin ganas». Bueno no era mi caso yo seguí con ganas de comer. De segundo yo me pedí un solomillo de buey, a mi me gusta un punto por encima del punto, la verdad es que dieron con el punto a la primera, me lo sirvieron como a mí me encanta, la carne hacía mucho que no me servían en un restaurante una carne tan buena, con un reposo perfecto, me dejó impresionado el solomillo, acompañado de unas patatas fritas de las peladas a mano y cortadas con cuchillo, muy bien hechas también y saladas con maldon tanto estas como el solomillo y los pimientos que le acompañaban de Padrón, un poquito picantes. Mi acompañante pidió San Martin a la plancha con un toque de horno y patatas panadera, el San Martin es uno de mis pescados favoritos, y de tanto oírmelo lo pidió, acompañado de un refrito de ajos y hecho a la perfección, con la espina sangrante pero la piel bien tostada, y la carne hecha, no cruda. Yo lo probé, y doy fe de que hacía bastante que no probaba un San Martín tan bueno, eso si la ración también enorme. La atención del personal de lo mejor, siempre atentos sin agobiar. La carta de vinos muy extensa y muy escogida. Solo tomé yo postre, opté por tiramisú, me gustó mucho el postre también, es que a mí el tiramisú me encanta pero este estaba especialmente bueno. El precio buenísimo. Nos invitaron a unos orujos de hierbas, nos sirvieron un café buenísimo con una espuma muy apetecible, servida en una copa especial y con una cuchara muy especial, que por cierto lo tiré y pringue el mantel como se aprecia en la foto. El sitio es muy recomendable.
Mi desaguisado