Hemos Comido…en Muros de Nalón, Asturias, a la vuelta de unos días en Galicia.
Abril 2018. Restaurante ubicado en la localidad de Muros de Nalón, que desde hace más de 70 años está especializado en ofrecer productos y platos típicos asturianos elaborados de la manera más tradicional.
Antes de ir a Galicia estuve buscando un restaurante a mitad de camino de vuelta para comer (el año anterior paramos en Tox y fue una de las peores comidas de las que tengo recuerdo) y encontré unas Jornadas de Pixín que me llamaron la atención, participaban en ellas restaurantes de la zona de Muros de Nalón y elegí el que nos ocupa. Reservé y pregunté por la posibilidad de comer con un celiaco, a lo que no me pusieron ninguna objección.
El pixín es uno de mis pescados favoritos, en casa lo solíamos comer habitualmente, sobre todo alangostado que nos gustaba a todos y se solía cocinar en viernes.
El restaurante llama la atención pues su aspecto lo define la palaba impoluto, con un servicio muy profesional y con unas instalaciones cuidadísimas. Dispone de gran aparcamiento y solo hay que desviarse unos metros de la autovía. Hay dos Zoilos en la vida de este restaurante, el primero refundó la vieja parada y fonda tras la Guerra Civil, el segundo, su nieto, lleva una década mimando la herencia.
El primero fue mayordomo en cuyo trabajo conoció a Damiana, la cocinera y luego esposa; el segundo trabajó al lado de grandes maestros de la talla de Adriá, pero que sabe respetar la herencia acumulada del saber de Damiana, por aquí dícese inventora del pixín amariscado. En mi casa ya lo hacía mi abuela que le pasó la receta a mi madre y que ella conoció de manos de su tía Balbina, regente de una cantina en la estación de Deva y originaria de Toro, de principios del siglo XX.
Las jornadas costaban de unas trece elaboraciones en torno al rape, divididas en ocho primeros y cinco segundos, con bodega y postre incluidos a un precio de 34€ el comensal. Yo comí con sidra, dada la ubicación del restaurante y también por su corto contenido en alcohol, dado que tenía que seguir conduciendo al final de la comida.
Para mi asombro mi acompañante pidió ensaladilla, algo poco habitual en ella, más de mi gusto, la cual probé y realmente estaba buena. Patata bien picadita, con mayonesa sin excesos, algo de langostino y pequeños trozos de rape. Realmente buena y la ración era casi para comer dos, y sin casi.
Tomé fabes con setas y pixín. La fabe estaba perfecta de punto, ni deshecha ni rota; la seta que le acompañaba era la clásica de bandeja que ciertamente no aporta prácticamente nada al plato, un poco de huevo cocido y rape. Sí que me gustó y la ración al igual que la mayoría, bien generosa, aunque no estaba dispuesto a llenarme ya que todavía me quedaba una tirada hasta casa y no era plan ir durmiéndome por el camino.
La sidra que me acompañó no la conocía, de hecho soy un gran desconocedor de esta bebida asturiana, pero es algo que me gusta y que pido cuando hay ocasión. Era una sidra natural, sidra Peñón, elaborada de forma artesanal, a partir de un cuidadoso proceso de selección de las mejores variedades de manzana, sin azúcares añadidos, con un contenido en anhídrido carbónico exclusivamente fruto de la fermentación y una graduación alcohólica adquirida mínima del 5%. La empresa que la elabora lleva más de cien años en el mercado.
De segundo tomó mi acompañante rape alangostado. Mejor cocción imposible, exactamente igual a como se hacía en casa. Acompañado de tres salas: vinagreta, mayonesa y tártara. Buena ración y mejor elaboración, de hecho el lugar es famoso por este plato al que se le otorga su invención, como os he contado antes; de todas maneras el amariscado de pixín es muy recomendable.
Yo, que no soy muy amigo de los pescados rebozados, opté por esta elaboración que a parte de venir acompañada de ensalada y buen tomate, para las fechas a las que estábamos y sobre todo un aliño de diez, resultó una elección de lo más gratificante. El rape no podía estar mejor y la ración, como podeis observar, no se queda a la zaga en tamaño de las anteriores. Muy recomendable.
De postre tenían, palabras mágicas, tocino de cielo, y no pude resirtirme. Por cierto, muy bueno como el resto de la comida.
Para mi acompañante flan, libre de gluten como toda la comida que tomó, muy bueno según su criterio.
Como podeis comprobar la nota se ciñe al precio de las jornadas, un lugar con un RCP buenísimo, un sitio impecable y un servicio muy profesional y atento.
Pregunté por las especialidades de la casa y esto fue lo que me aconsejaron para guardar en la libreta de locales recomendables donde volver. Entre sus especialidades podemos saborear merluzas, virreyes o chopas, también lengua estofada, riñones, callos, manos de cerdo. O la caza: jabalí, perdiz, venado y guisos en salsa y fabes de estas carnes.