Hemos Comido…en El Caballo Rojo, uno de los referentes de la cocina cordobesa que está puerta con puerta con la mezquita.
Noviembre 2018. Si hay un lugar de referencia en la gastronomía cordobesa, y que sigue conservando una envidiable buena salud gastronómica, es El Caballo Rojo. Floren bueyes siempre que se refiere a Córdoba nos referencia a una visita que hizo: «Cuando trabajaba un servidor en El Molino de Puente Arce con Víctor Merino, era una de nuestras peregrinaciones. El rabo de toro, nos llegó con él».
Don José García Marín, un caballero, cocinero y empresario que fundó El Caballo Rojo, el gran califa de la cocina cordobesa.
En este típico restaurante cordobés existe una excelente combinación entre tradición andaluza y raices mozárabes, con una amplia selección de platos, así como de postres y una muy cuidada bodega. Vengo a este restaurante, cada vez que me paseo por Córdoba, con la misma intención: no perdonar el mejor salmorejo que conozco.
El lugar sigue como lo recuerdo desde hace casi una treintena de años, pero esta vez entrando con una persistente lluvia que nos llevaba acompañando todo el día. Me vienen recuerdos de mis primeran incursiones a este lugar, a tomar riñones, conejo, rabo y un largo etcétera de clasicos, sin olvidarlos del tan ansiado salmorejo, el cual te servian como tapa en la barra sin necesidad de subir al comedor.
Y sentado en una mesa, ante mi sobresaliente cena, hablando y pensando sobre esta ciudad que me ha cautivado desde siempre, comienzo a tomar parsimoniosamente, como si de un ritual se tratara, la tan ansiada sopa fría, y me viene a la memoria el mismo sabor que hace casi treinta años, siempre me asombra y me seduce.
Para seguir con otro de mis favoritos, que fuera de la ciudad califal es muy raro que lo pida, puesto que cuando voy a un restaurante no me parece el lugar más indicado para tomarlo, pero Córdoba invita a pedirlo: para mí el mejor de los jamones, el de los Pedroches.
Y al final llega la cuenta, un precio muy contenido para el lugar, el montante de la operación se lo lleva el jamón, pero su calidad y sabor lo justifican de sobra. El Caballo Rojo sigue siendo un lugar que roza lo mágico.