Hemos estado de escapada por las tierras de Zamora y del Duero y paramos primero en Toro a ver la maravillosa colegiata y a dar un paseo por esta agradable ciudad y después en Zamora.
13 DE MARZO DE 2015. Como es obligado aprovechamos para hacer un minitapeo en ambos lugares.
Al otro lado de la torre del reloj está la plaza mayor de Toro, junto a la abundan los bares.
En esta maravillosa tarde, fresca pero soleada apetecía sentarse al aire libre. Para tomar un pinchito con unos vermuts, elegimos un bar de aspecto clásico de toda la vida: Noche y Día 2 (Plaza Mayor 15).
Nos llamó la atención un pincho típico de la zona: la calandraca. Pedimos una calandraca normal y otra de morcilla. Consiste en un relleno (de jamón york y queso el normal), rebozado y frito. Está bastante bueno.
Mirando la carta vimos que tenían un par de pinchos premiados en algún certamen de la zona y pedimos un Lagartijo, un pincho “imposible” de queso, cangrejo, cabrales y chocolate. No estaba mal; pero me quedo con las calandracas.
Después de una parada en una encantadora tienda donde compramos un queso al romero de la zona que nos dieron a probar, seguimos carretera a Zamora.
Después de aparcar en un parking público, pues la zona estaba a reventar de gente, enfilamos por la calle Santa Clara, una agradable calle peatonal que a un lado tiene la plaza Mayor con la catedral y justo al otro lado tiene una pequeña zona de tapeo que llaman Los Lobos.
Como luego seguíamos carretera y no quedaba mucho tiempo nos limitamos a dos bares de la zona. El primero es un clásico de Zamora: Bar Lobo (Flores de San Torcuato 5) donde la especialidad son los pinchos morunos picantes o no.
Nos tomamos uno picante y otro normal y están bastante ricos. Es curiosa la forma que el camarero pide la comanda a la cocina por un grito: ¡Uno que SI y uno de NO!.
Después del pinchito elegimos un bar justo enfrente llamado Bar Sevilla (Alfonso de Castro 5).
Primero tomamos media ración de calamares, bastante abundante pero que no nos entusiasmó.
Antes de irnos, nos dio por probar la versión de la calandraca de la capital, que aquí llaman figones. Al igual que en Toro lleva relleno de jamón york y queso pero me gustó algo menos, pues me pareció más grasiento.
Teníamos intención de probar los tiberios (mejillones en salsa) en otro bar cercano: Bar Bambú; pero se nos había hecho tarde. Para otra vez será.
Por Antonio del Campo