Hemos Comido en Bilbao no en el mismo centro pero casi, en el mitico Etxanobe.
Noviembre 2017. Cumplir 40 años es un gran motivo para visitar un restaurante estrella Michelín, esta vez, fue en Bilbao, en el Restaurante Etxanobe, peculiarmente enclavado en el Palacio Euskalduna.
Nuestra reserva consistía en un Menú Tradición-Innovación para 2 personas a las 22h, llegamos muy puntuales y ansiosos por descubrir un restaurante tan afamado en la capital vizcaína.
Se trata de un comedor muy vistoso y elegante, con una magnífica acústica, ya que a pesar de estar casi lleno y de encontrarse las mesas bastante cercanas unas de otras, apenas se percibían las conversaciones de los otros comensales, posee una terraza estupenda, perfectamente preparada y con magníficas vistas.
Nada más llegar, existe una recepción donde confirman la reserva y a continuación pasan a sentarnos en nuestra mesa, se ve numeroso personal muy bien uniformado y elegante, ellos con traje y corbata y ellas con un pichi muy favorecedor, en apenas unos segundos se nos presentó el maitre contándonos a grandes rasgos la propuesta elegida, en una carta nos dejó dicha información tras su breve discurso.
A continuación y simultáneamente aparecieron 2 camareros, uno nos sirvió el vino, comenzamos con un blanco bien conocido por todos, el Marqués de Riscal-Verdejo 2016, y el agua, y otro, el pan y un aperitivo, que consistía en una galleta de zanahoria sobre un polvo de avellanas, que nos hizo presagiar que iba a ser un deleite y una experiencia brutal para nuestro paladar.
En unos pocos minutos comenzó el baile de platazos:
Carpaccio de Cigala, probablemente un entrante sencillo pero exquisito y nunca antes probado por ninguno de nosotros.
Lasaña fría de anchoas en sopa de tomate, uno de los platos más característico de la casa y el cual ha sido el principal motivo para conseguir la tan ansiada estrella; es un plato de un sabor muy intenso, en el que la combinación del tomate con las anchoas, te refresca y a la vez te lleva al mar.
Crema de hongos, de boletus edulis para concretar un poco más, sin duda la crema por excelencia, fina, elegante y con un sabor para perder el sentido, defendiendo y manteniendo el producto de temporada otoñal, que seguía subiendo el listón con previsiones de alcanzar la excelencia.
Arroz con bogavante y jugo de su cabeza, éste último presentado sobre el arroz en esferificaciones que muestran la combinación del menú, por un lado la tradición de un arroz típico sabroso del norte de España y por otro lado la innovación de dar formas esféricas al caldo en lugar de dejarlo flotando debajo del arroz, sencillamente bestial, habría sido capaz de entrar a la cocina para repetir y ovacionar al cocinero.
Atún con jugo de espinacas y mostaza, a pesar de ser fan del Atún, fue el plato que menos me gustó, quizás porque no soy muy amigo de las espinacas y porque el atún cómo más me gusta es sólo a la brasa, sin tapar su magnífico saber, aún así me lo comí muy gustosamente.
Estábamos ya acabando y cambiamos al vino tinto Amaren Crianza 2012, que no conocía y que me agradó gratamente.
Canelón de pularda con natillas de foie, para mí el mejor plato de la noche y eso que ya estaba bastante lleno y el nivel de los platos anteriores había sido apoteósico.
Llegamos al postre, Chocolate picante, una mousse de chocolate, con maracuyá y peta-zetas, francamente sorprendente y deliciosa, que culmina una velada alucinante.
Mientras esperábamos al café, observamos como el chef salía a servir un postre en mesas cercanas, en el que ponía al comensal unas gafas de 3D, no sé exactamente en qué consistía pero eso despertó mi curiosidad para volver otro día y probar ese otro menú.
El café lo sirven acompañado de una especie de joyero compuesto por 3 compartimentos, uno con nueces caramelizadas, otro con onzas de chocolate con forma de piezas de Lego y otro con una especie de dulces con forma de tetilla.
El servicio es elegante, amable y al nivel de la exquisita comida, además para aquellos que no les gustan este tipo de menús porque suelen enrollarse, la duración del servicio no llega a la hora y media y para nada se hace pesado, al contrario se me pasó volando.
Al final el cocinero y propietario Fernando Canales Etxanobe nos acompañó a la salida, interesándose por nuestra velada y dejándonos una tarjeta de su nueva ubicación, ya que en un par de meses irán a la calle Juan de Ajuriaguerra 8, espero pronto conocer.
Del precio no digo nada porque era mi regalo pero en la web del restaurante tenéis toda la información; para mi siempre recordaré ese día.
Abandoibarra 4 48009 Bilbao 944421071