Hemos Comido…en Valencia en Ventorro, uno de los mejores exponentes de cocina tradicional de la ciudad del Turia.
Comida con un buen amigo valenciano, Jorge, llevamos muchos años trabajando juntos, pero nos reunimos de pascuas a ramos, y hacía más de tres años que no comíamos juntos aunque sí que nos hemos visto. Es valenciano de casta y conocedor de su ciudad como nadie, buscó mesa en un sitio donde le gusta ir y suele celebrar las efemérides de su casa.
Nada más entrar puede ver el ambiente reinante en el lugar, un sitio donde se conoce por el nombre a la mayoría de los clientes y donde el guiso del día marca la carta.
Comimos en unas mesas situadas a la entrada, pegadas a la barra. Nada más entrar te das cuenta de la importacia que tiene la bodega en este lugar, que más parece una bodega que un restaurante, vinos de diferentes orígenes, nacionales y extranjeros hacen que la elección resulte un tanto difícil, pero tu interlocutor sabe cómo echarte una mano.
Es un lugar donde puedes comer platos de cuchara como si estuvieras en tu casa. Es famosa su tortilla de patatas y sus bravas. También puedes disfrutar de guisos y arroces todos los días o pedir sus tapas, sus postres caseros.
De entrada el pan es toda una declaración de intenciones, a la vista queda.
Comenzamos con tomate con ventresca. El tomate es algo de lo que están muy orgullosos los valencianos y para ser las fechas que eran estaba bastante bueno, el bonito que lo acompañaba también y el aceite, Cortijo de Linares, un picual que magnificaba a los dos anteriores. Una ensalada de verdad, o más bien de las que a mí me gustan.
Alcachofas braseadas. Una delicia, producto local, últimamente me he fijado en que a lo largo de toda la franja de la comunidad valenciana que linda con el Mediterraneo hay una gran cantidad de plantaciones de alcachofa y la muestra son estas que nos sirvieron, que estaban deliciosas, al dente y al fuego.
El otro comensal tomó verdinas con perdiz escabechada, comentó lo buenas que estaban.
Yo tomé dos medias raciones, ya que no me decidía por algo, todo me llamaba la atención. Comencé con el plato del día, potaje de alubias y garbanzos, con cardo y setas. En el guiso imperaba el sabor fungi, sabor a setas, algo muy de mi agrado, un caldo bien sabroso, alubia muy fina y buen garrbanzo, tipo pedrosillano. Un acierto de guiso y un buen plato de día.
Garbanzos pedrosillano con oreja, fue mi segunda opción, resultaron una pasada. Buen garbanzo, terso, sabroso y un caldo en el que predominaba el sabor del compango, en este caso la oreja. Bien hecha, sin crujir que es lo habitual. De mis dos elecciones no sé con cual quedarme, volvería a pedir lo mismo, media y media.
No podía dejar de lado sus afamados postres caseros y tomé tarta de manzana, merece la pena pedirla, es diferente.
No tengo ni idea del precio, ya que pagó Jorge, pero no creo que fuera excesivo. Está bien claro que si te sales del circuito turístico habitual de la ciuadad tienes una oferta incomparable y de calidad, eso sí, te tienen que guiar los locales.