Hemos comido en…La Tolva. Local de reciente apertura, en pleno Puertochico, dónde anteriormente se encontraba “La Taberna de Madrid”.
Septiembre 2014. Se trata de un nuevo local que ha abierto sus puertas hace poco más de un mes. Daniel, en la cocina, y Paloma, en la sala, se ponen al frente de este nuevo e ilusionante proyecto.
Una vez dentro decidimos tomar una caña (muy bien tirada por cierto) y un refresco en la barra, desde donde pudimos observar dos cosas: la profunda y acertada remodelación que ha sufrido el local, y la gran afluencia de clientes que entraban en el restaurante. Así las cosas, nos dispusimos a sentarnos en la mesa que nos habían asignado (advertir que no reservan, por lo que se recomienda ir sobre las 21 horas si no se quiere cenar demasiado tarde).
Ya sentados, observo que la carta está dirigida al picoteo y platos para compartir. Es una carta con una oferta no demasiado extensa, lo que para mí, es un acierto. No soy amigo de las cartas demasiado extensas ya que esto es sinónimo de buen trato, cuidado en el detalle y respeto por el producto. En cuanto a la bodega, disponen de una correcta variedad de vinos tintos (Rioja y Duero), rosados y blancos. Yo opté por una copa de “Jose Pariente”.
Leídas todas las opciones, nos decantamos por la ensalada de tomate, las croquetas de foie y boletus, los mejillones en salsa y el tataki de atún (todo para compartir). También tenían platos fuera de carta, algunos muy interesantes, como la ensalada de cecina y queso de cabra, el tartar de salmón y aguacate, y un plato que me quedé con muchas ganas de probar: “fish and chips”.
Ensalada de tomate, búfala y albahaca. Lo mejor que se puede decir de un tomate, es que sepa a tomate. Hacía tiempo que no comía uno tan bueno. Pregunté de donde era y me dijeron que la ensalada estaba compuesta por tomates de Cantabria y La Rioja. Sin duda, que sigan trayéndolos por mucho tiempo, pues hacía tiempo que no comíamos una tan bueno y jugoso. El aliño de aceite, vinagre y sal, en su punto. Y el queso era en este caso la guinda a un plato fantástico.
Llegaron las croquetas. Una ración grande (8) y generosa. Para mí, las croquetas es un plato que a pesar de su aparente facilidad, guarda cierta complejidad pues es fácil que el sabor del ingrediente quede camuflado en la bechamel y no sepas si son de jamón, pollo… (me ha pasado en más de una ocasión). Esta vez, no había trampa: fabulosas por dentro y por fuera. La fritura en su punto, ni un pizca de grasa de más. La bechamel, perfecta. 4 croquetas de boletus que saben a boletus y otras tantas con sabor a foie. La acompañan con mermelada de frutos rojos y otra de manzana, que casan a la perfección. En mi opinión, un imprescindible.
Los mejillones. Un 10 en lo que se refiere al propio mejillón: tamaño ideal y una ración muy generosa. Sin embargo, la salsa estaba un pelín espesa y le faltaba algo de chispa. Sin dejar de estar buena (moje dos trozos de pan), creo que la pueden mejorar.
Tataki de atún rojo con mayonesa de Wasabi. Aquí me extenderé poco, seré breve. Lo mejor que puedo decir del plato es que es, probablemente, el mejor plato que he comido en un restaurante en lo que va de 2014, y uno de los mejores que he comido nunca. Sencillamente, un plato redondo. Perfecto. Una obra maestra. Obligatorio pedirlo para los amantes del atún rojo (y para los que no, que se atrevan porque les va a sorprender).
Postres: mi acompañante eligió una panacotta, que según ella, estaba muy rica y con una textura suave. La presentación, siguiendo la línea de los platos anteriores, era sencilla y elegante. Yo elegí una torrija de sobao, a la que acompañanan con una deliciosa bola de helado de moka (delicioso) y mermelada de frutos rojos. Extraordinaria.
A pesar de su gran tamaño, la terminé con gusto. Pefecta fritura otra vez, como sucedía con las croquetas: ni una gota de aceite en el plato. Un postre, sin duda, más que recomendable.
En resumen, solo puedo decir que nuestra primera visita en La Tolva resulto más que satisfactoria. El trato dispensado, la calidad de su producto y la extraordinaria relación que guarda en la calidad y el precio, lo convierten en un lugar al que hay que visitar, disfrutar con todos y cada uno de sus platos, recomendar, y sobre todo, volver.
