Hemos Comido…en Mores, en Vargas, si hay algo que diferencia a este restaurante es la utilización de recursos de cercanía, todo lo se que puede es de los alrededores.
Esto, que hoy suena raro, pero es como eran las cosas antes, lo cual propiciaba que el entorno avanzara y que la gente prosperara. Hay una clara vuelta hacia atras en muchos aspectos, vuelta a lo sostenibole, a la agricultura y ganadería ecológica, vuelta al consumo de cercanías, a los envases rellenables y la retirada de los plásticos etc…Todas estas acciones, que hoy en día nos parecen novedosas y encaminadas a poder mantener nuestro entorno habitable, eran usos habituales hasta no hace muchos años.
Mores, una de las cosas por las que destacan es por la utilización de recursos cercanos: los tomates de Renedo, el queso de Río de la Plata, el vino de Vargas, los limones de Novales, las truchas de Saro y una larga lista que cambia conforme a la estacionalidad.
En esta ocasóon comí con agua pues tenía que conducir, el otro comensal se acompañó de Castelo de Medina, un verdejo que ya había tomado en otras ocasiones en este restaurante.
Por cierto, se me había olvidado, el pan que también es de cercanías y de buena factura.
Últimamente nos acercamos bastente por Mores ya que practica cocina muy de nuestro agrado, y como añadido da de comer a celiacos con mucha seguridad.
Comenzamos con tomate con nueces y queso. Resultó de chapó, tomate bien de maduración y de temperatura, acompañado de queso de Queseria Rio de la Plata que ya conocíamos pero que no deja de asombrarnos. Una ensalada de diez, todo un acierto.
Continuamos con ensaladilla con trucha de Saro, de la piscifactoria de Saro. Deliciosa y sorprendente, con cierto recuerdo al salmón pero más tersa, acompañada de una cebolla pochada artesana y el resto de componentes de una ensaladilla. Algo fresco, sabroso y distinto, muy veraniego. Dos de dos.
Mi acompañante optó por bacalao, ya conocido de otra visita pero que marca una gran difernecia con otras elaboraciones.
La tajada de bacalao de buen calibre, simplemente caliente (siempre he opinado que el bacalao una vez desalado necesita muy poco calor), alojado sobre unas patatas chips gorditas y un pisto de muchas madres. El resultado es tal que ahora escribiendo veo la foto e inmediatamente empiezo a salivar cual perro de Pavlov. Por cierto, libre de gluten.
Yo terminé con uno de mis favoritos e inexcusables del lugar, las manos. Se disponen en capas, primera de patata, seguida de manos y un huevo poché, la salsa inunda el guiso y convierte al pan el quinto elemento del plato. Si con el anterior salivaba, con este no salgo inmediatamente por la puerta camino de Vargas debido a las horas que son, porque sé que está cerrado que si no allí me planto.
Postres, tarta de chocolate y helado.
En fin, creo que la visita merece la pena, buenas viandas locales, buen precio y buen servicio.