Hemos Comido…en el Marucho. Sí, el local cumple 100 años, yo llevo visitándole casi sesenta, pues de bien pequeño me traía mi abuelo a disfrutar de sus rabas.
Que un bar de pescadores cumpla cien años es algo inusual, pero el buen hacer desde el principio de su apertura han hecho que esto sea posible. La fórmula mágica siempre ha sido buen producto a buen precio y una atención prefrente hacia todos los clientes.
Siempre te vas a tropezar con algo en la barra a lo que no te vas a poder resistir.
El primer plato corrió por cuenta de la casa, unas patatas riojanas a la peruana, picantes, era parte del menú de los empleados y he de deciros que estaban muy buenas, eso sí picantillas pero muy buenas, un pedazo puchero fusión riojano-peruana.
Le acompañaba un cuenco de salsa picante para los más atrevidos. Por cierto, la salsa la habían hecho en la casa.
Continué con salpicón de gambón. Para este tipo de salpicones y para las huevas este es mi lugar favorito. Lo hacen como siempre se hizo en las casas y tiene un sabor especial, ya que se centra en gambones sin mezclar con otro pescado o marisco, y el vinagre es algo que le va de cine al dulzor de este marisco.
También había bocartes y eso es algo a lo que no me puedo resistir. Estaban muy bien rebozados, lo justo y de cocción tambien la justa, sin pasarse.
De postre higos confitados con helado de queso, todo de la casa.
El Marucho nunca defrauda, por eso que siempre que te asomas está lleno. También hace mucho el personal que lo regenta, las dos Maites y el resto, que hacen que siempre tengas ganas de volver-