Hemos Comido…en La Cigaleña, el día anterior a Reyes, un anticipo del regalo que nos esperaba de los Magos de Oriente.
Enero 2019. Ciertamente que comer en La Cigaleña siempre es un regalo, sobre todo para el paladar, aunque en esta ocasión nos ciñésemos a un vino, un espumoso que nos escogió Andrés y que resultó una sabia elección.
Si algo tiene Andrés es que es alguien con las ideas claras, siempre le rodea un halo didáctico, tiene tanto conocimiento en torno al vino que siempre tiene algo interesante que contar. En concreto este Vino Larmandier -Bernier Latitude compuesto únicamente por uva Chardonnay, un blanc de blancs. Tiene un estilo rico, delicado y muy aromático, una fruta muy agradable y burbuja muy fresca.
Sobre este bodeguero nos contó que fue de los primeros en hacer champagne ecológico y que empezó a limpiar los terrenos de las vides, ya que esta zona de Champagne era donde se depositaba la basura de París, en un principio beneficiosa debido a su contenido orgánico, pero en aquellas fechas mas cercanas ya empezaban a predominar otro tipo de residuos no tan beneficiosos como los plásticos. Como os decía al principio, siempre hay una historia en torno a un vino.
Mientras esperábamos y degustábamos una mantequilla (todo un clásico de la hostelería para dar comienzo a una comida y muy de nuestra tierra, donde fue buque insignia de nuestra cabaña lechera durante muchos años), me puse a hojear por curiosodad la carta de vinos, en la que según Andrés no figura toda su bodega, ya que hay un par de cientos de referencias no reflejadas. En fin, más que una carta parece una enciclopedia con anexos, muy interesante por cierto y muy muy extensa.
Éramos tres comensales, Comimos un par de entrantes y después un principal cada uno, comenzando con unas alcachofas con langostinos. Algo que incorpora marisco y alcachofa, uno de mis maridajes preferidos, ya que la alcachofa siempre me ha parecido un acompañante sin igual para con el marisco y esta elaboración merecia la pena.
Mollejas a la sartén. Estas resultaron espectaculares, justas de tamaño, a mi me gustan tiarando a grandes, tostatas y bien jugosas, acompañadas de un refrito de ajos y la suficiente sal. Vicio y gran sabor. Últimamente las he probado en más sitios también de vaca, pero me gustan mucho más las tradicionales de lechazo, como estas.
Uno de los comensales se tomó muslo de pollo de corral, yo diría que gallo. Le vinieron muchos recuerdos a la mente, ya que las dimensiones del susodicho resultaban un tanto abrumadoras, pero el guiso estaba de chuparse lo dedos, que es lo que debe de ocurrir cuando comes un muslo.
El otro comensal tomó guiso de venado. También fue de su agrado, el aspecto era realmente de un auténtico plato de caza, potente y sabroso.
Yo tome un cocido de Morteau. Algo sobre lo que no tenía ninguna referencia y me picó la curiosidad, sí que tenía noticia de la salchica de Morteau, que es uno de los ingredientes de este cocido. Me sirvieron en una sopa sobre la que nadaban unos ravioli con salchicha. Me pareció muy rico este nuevo descubrimiento.
Dentro de los postres, tarta especial de cítricos y tarta de queso horneada.
Acompañando al postre un vinito dulce, un moscatel viejo Los Cuartillos de Bodegas Primitivo Collantes, un gran dulce.
Para terminar ya bien del todo un trozo de Stilton (queso azul inglés al que le estoy cogiendo mucho vicio) y unas lascas de Mahón, antiguo conocido y un grande de nuestro país.
Al final la espera a los Reyes, que siempre se hace tediosa, en La Cigaleña es mucho más llevaderá; de aquí a la cabalgata.