El chef Luis Velasco inicia una nueva etapa profesional y ofrece una cocina de mercado bien elaborada con la reapertura de un restaurante clásico, El Nuevo Segoviano.
El pasado mes de mayo reabrió sus puertas, después de cuatro años cerrado, el restaurante Segoviano, en la santanderina calle Menéndez Pelayo. Paralelamente, el cocinero Luis Velasco emprendió una nueva etapa profesional junto a Shyrley Martínez como responsable del atento servicio en sala. De este modo, Velasco, un cocinero con una dilatada trayectoria (28 años) y una acreditada capacidad entre los fogones, retoma la responsabilidad de llevar su propio negocio, como ya hizo durante muchos años en La Costera.
Bajo la denominación de Nuevo Segoviano y tras unas obras de puesta al día y de insonorización, el restaurante ha recuperado a muchos clientes santanderinos que aprecian la cocina de mercado que ofrece Luis Velasco. «Se trata de un negocio pequeño, personalizado en el trato, donde tratamos de hacer bien las cosas, al momento, con buenos productos y con un precio muy razonable», comenta Velasco.
La cocina es básicamente de mercado, aunque como señala el jefe de cocina, «todo está inventado, ya cada vez se achican más las temporadas y hay de todo en cualquier época del año».
La buena acogida que ha tenido el Nuevo Segoviano hay que encontrarla en una cocina bastante tradicional a la que no le falta el toque de autor, creativo, original, de calidad en definitiva, que lleva la marca de un cocinero que domina perfectamente el producto de Cantabria, que sabe combinar los sabores sin desnaturalizar la esencia de una receta. Velasco pone al servicio del comensal su oficio y ello se percibe en cada plato que llega a la mesa.
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Entre las exquisiteces que el comensal encontrará en la carta cabe destacar en primer lugar los arroces (hasta ocho se preparan aquí, aunque los que más salen son el de rabo de toro, de bogavante, abanda, o de verduras, setas y queso de la Jarradilla).
Otras entradas pueden ser la ensalada de bacalao, la ensalada tibia de verduritas y foie, los langostinos jalapeños con espinacas, el calabacín de carne, una provoleta con beicon.
También puede encontrar aquí el comensal soberbios platos de cuchara.
Los pescados -sin olvidar las carnes como el chuletón, el lechazo o las costillas de lechazo- son referencia cada día: dorada, lubina, rodaballo, besugo, machote, merluza, rape, rodaballo. Finalmente, los postres caseros dulces hacen las delicias del comensal más exigente cuando llega el final del almuerzo o cena.
En definitiva, una cocina interesante, agradable, sabrosa, bien presentada y bien atendida.