Sancibrián Casa Aída

Hemos Comido…en Casa Aída, el restaurante del Hotel La Roca, un restaurante con unas grandes instalaciones y diferentes ambientes, un lugar que se presta a grandes celebraciones.

Agosto 2014. Mi acompañante había oído hablar muy bien acerca de un menú degustación que ofrecen es este restaurante y coincidiendo con el horario de verano aprovechamos que salimos a las dos para comprobar si el rumor era cierto.

Pasamos hacia el comedor a través de la barra, donde se congregaba una gran cantidad de gente tomando el vermout y el blanco, algo que me sorprendió pues hacía un día de mucho y sol y por la cercanía de este lugar a la playa pensé que iba a estar desierto, pero mis predicciones no fueron buenas.

Lo mismo nos pasó en el comedor. Nada más entrar pues era una hora temprana el comedor estaba vacío, pero cuando nos fuimos resultó que se había llenado prácticamente y seguía entrando gente.

A partir de aquí comienza un desfile de platos y elaboraciones de alta calidad.

Comenzamos con un aperitivo de langostino crujiente, tocino ibérico, tomate y gazpacho. Buen comienzo.

El siguiente de la lista, tartar de bonito. Un poco de aguacate, un toque de cecina y mostaza. La mostaza resultó un excelente acompañante de este pescado, me sorprendió gratamente. Ya había probado atún con mostaza, pero no bonito y la verdad es que me convenció.

Milhojas de manzana y foie. Una curiosa presentación de un buen trozo de micuit sobre una tosta y unas finas hojas de mazana. Muy simple y muy bueno. El dulzor y la acidez de la manzana maridan perfectamente con el micuit.

A continuación un crujiente de mollejas y salsa de hongos. El crujiente buenísimo, hecho con copos de cereal lo que le da una textura supercrujiente, lo que choca con el contenido de la molleja, acompañado de una salsa de hongos que luego resultó ser una sopa de verduras, al más puro estilo tradicional. En este caso me sobraba la sopa.

Un auténtico taco de bacalao rebozado con salsa natural de tomate y pimiento asado. El bacalo excelente, justísimo de punto, de acompañante un pimiento para quitarse el sombrero y un tomate hecho como a mí me gusta, con un pequeño toque de acidez y sin nada de azucar.

El siguiente de la lista fue una corbina a la media sal, pepino y tomate. La corbina es un pez muy voraz de dieta fundamentalemente carnívora, que se alimenta de crustáceos, moluscos, gusanos y peces. En la actualidad se ha conseguido criar este pescado bajo control, convirtiéndolo así en una especie de aquicultura.

Me sorprendió el sabor, hacía muchísimo que no comía este pescado. La última fue hace casi cuarenta años y no me acordaba de su sabor, suave por lo menos en esta elaboración y se me asemeja bastante a una lubina y no solamente por la similitud del nombre. Acompañada de un poco de aceite crudo y tomate. Diferente y sabroso.

Y por último una paletilla de lechal a baja temperatura. Una delicia de plato hecho a las mil maravillas, ni gota de grasa pero jugoso, acompañado de unas verduras al dente. Este último plato me costó muchísimo acabarlo, debido a la cantidad de comida que componía el menú. El otro comensal renunció a probarlo pues no podía más.

Para terminar un chupito y un postre a base de di¡ferentes tipos de helados caseros, un buen fin.

El menú es brutal por todo: cantidad, calidad y precio. Pude observar en la otras mesas que la gente pedía unas enormes tablas de mar y tierra, y en lo referente a las raciones que desfilaron delante nuestro todas eran de generoso tamaño y de buen aspecto.

Habrá que venir otro día a tomar notas sobre la carta. Pagamos 27€ por cabeza en total los dos 54€, muy buen precio.