Hemos comido…Donde Siempre, una de esas comidas rápìdas donde se pide que te sirvan rápido y bien.
Ya teníamos noticia del cachopo de este lugar, el cachopo que tan de moda está últimamente y que habitualmente suele ser una pedazo sábana rellena y empanada, donde lo que generalmente prima es el tamaño.
Las primeras referencias sobre el cachopo asturiano las recoge el doctor Gaspar Casal, a primeros del siglo XVIII. Originariamente, se inventó para dar salida a los filetes de mala calidad o poco frescos. De esta forma, ganan en textura y sabor. Su popularidad, el paso de la cocina doméstica al restaurante, se produce la década de los 40 del pasado siglo XX, en plena postguerra, cuando Olvido Fernández, cocinera del restaurante Pelayo de Oviedo, recupera una vieja receta del cachopo tradicional que le había enseñado al propietario la abuela de éste, Henerina (dos filetes empanados de buena calidad rellenos de jamón, queso y frixuelo ) y que era abuela a su vez del primer cocinero asturiano en obtener una estrella Michelín.
Fernando Martín (Oviedo, 1942-2012), propietario y cocinero de los restaurantes Trascorrales y Raitán de Oviedo y el bar El Farol de Gijón. En el año 1947 incorpora con éxito el cachopo a la carta del restaurante Pelayo. Fue el escaparate que comenzó a prestigiar al cachopo, hasta entonces poco valorado y usado únicamente como remiendo doméstico para aprovechar con los diferentes rellenos (jamón,queso o cecina eran los más habituales) la carne menos «fresca».
Donde Siempre es un lugar que suelo frecuentar por sus buenos pinchos, por la mañana entran de cine, en fin de semana suelo acercarme con mi padre a picotear alguna tortilla o pincho a la vez que tomamos un café de media mañana.
También elaboran buenas tortillas, uno de los desayunos favoritos de los cántabros. Tiene terraza para el verano y siempre atienden de maravilla.
Ofrece extensa carta de picoteo y varias platos de encargo. Un día en la barra me hablaron del cachopo.
Total que llegó el día que cuadraba y me senté a tomar el famoso cachopo, ya me advirtieron que era de buena carne de ternera pero que no es enorme, mejor calidad que cantidad.
Mientras esperaba me sirvieron una sopita de ajo para aliviar la espera.
Y llegó el cachopo, relleno de cecina y queso de cabra. Muy bueno, jugoso y con un buen empanado absolutamente nada aceitoso, la carne jugosa y unas buenas patatas, acompañadas de unos pimientos calentitos.
Un buen cachopo que, aunque me dijeran que no era descomunal, costó Dios y ayuda terminarlo. Pues sí, si a los dos filetes más el relleno y el empanado le añades una buena carga de patatas resulta que de liviano nada, para comer el susodicho y nada más.
Por EL Mule