Hemos comido…Restaurante regentado por el Grupo Maher Restauración, que encabeza Enrique Martínez, quién a su vez asume La Ontina, en Zaragoza, así como la casa madre: Maher, en Cintruénigo.
Se distinguen por hacer una alta cocina moderna de autor que reproduce sabores históricos manifestándolos suculentamente. Logran una simbiosis entre lo culto y lo populista, entre el ayer y el mañana, entre lo conocido y lo sorprendente harto meritorio, que conecta con todos los paladares. Por tanto, gastronomia distinguida que llega al corazón y seduce al paladar.
Al frente de los fogones se encuentra Agustí Gebellí, un joven inteligente, ordenado, meticuloso, pragmático, efectivo y, sobre todo, convencido. Ha asentado plenamente la carta, en la que se encuentran ya varios grandes éxitos, asi como continuas incorporaciones que se distinguen por su madurez. Entre los primeros, cabe vitorear dos creaciones en honor del emblema gastronómico de Burgos. De entrantes tomamos ravioli de morcilla con puré de manzana ácida, patata asada y salsa de vainilla, dispuesto todo ello sobre un soberbio pedazo de morcilla, y migas de pastor levemente impregnadas de los aromas de morcilla y chistorra, desmigadas, con una escarcha de moscatel.
De segundo tomamos los dos la paletilla de cabrito de Sierra de la Demanda asada al calor de las cenizas de romero, realmente exquisita. Más platos a tener en consideración: el pulpo, cocido y salteado, con careta de ibérico, patatas asadas, ajada y caldo del cefalópodo, la merluza con borrajas, navajas y aire de cítricos y el bacalao ajoarriero con gambas y huevo. de postre tomamos la torrija caramelizada con frutos secos y yogur griego. En resumen, de vicio. El servico perfecto, y loas precios dentro de lo esperado.