Tenía pendiente una comida con unos amigotes tragaldabas, a uno de ellos le conozco desde que éramos infantes.

Me esperaban con dos vinos que no conocía, un espumoso de Albariño de Martín Codax y un blanco de uva viognier de Prieto Pariente, un sorprendente blanco de Castilla y León.

Ya sabía con antelación que la comida iba a ser copiosa y que había que ir con tranquilidad si no quería morir en el intento.

Comenzamos con una tapa de chorizo criollo con chimichurri.

Tacos, primero de langostinos y después de carnec (costilla). Muy jugosos, que a mí se me suelen hacer bola en la boca, me gustaron los dos.

Continuamos con uno de mis vicios confesables, empanadillas argentinas de carne. Bien rellenas y acompañadas de un pico de gallo que les iba como anillo al dedo, bien crujiente la masa y muy jugosas, con un rico relleno donde se notan trozos, no es puré.

No soy un gran aficionado a la pizza y la última vez que estuve en El Gallinero tomé una de carrillera que me gustó y sorprendió, de la cual hoy repetí, venía con unos jalapeños que la aportaban un picantillo muy agradable.

Te acompañan todos los platos por si quieres utilizarlo con un aceite picante para que te sirvas a discreción.

A partir de aquí entraba en el terreno de la gula, pero tomamos unas de las raciones que últimamente han incorporado en la carta, los huevos con patatas y…….

Compartimos unas gulas con gambas patatas y langostinos, con bien de ajo.

La siguiente ración, unos huevos con patatas y jamón, nos la sirvieron junto a un pollo asado al carbón que también venía con unas patatas y una ensalada, muy bien asado crujiente y jugoso.

De postre tarta de queso y brownie.

El Gallinero es un restaurante para venir en familia o con amigotes, ponerte tibio y hacer una larga sobremesa, cocina de siempre para compartir.

Por El Mule

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