Hemos Comido…en Casa Enrique en Solares, tres comensales que tenemos la intencion de repetir mínimo una vez al año.
Casa Enrique tiene una bodega de lo más interesante, de las primeras que se abrió a «novedades» fuera de los riojas clásicos de aquella época. Esta comida la regadamos con un Mauro 2017.
Comenzamos con unos pimientos, ahora que están en plena temporada, por supuestro pimiento de Cantabria. Un escándalo de pimientos.
Continuamos con unos langostinos en gabardina y unas croquetas. Muy finas ambas elaboraciones. Los primeros vaporosos y en su punto, crujientes. Las croquetas de carne de cocido me han encantado y las otras de centollo también muy buenas; croqueta crujiente y bien escurrida.
De aquí pasamos al ineludible carico de Casa Enrique, su buque insignia. Hoy estrenábamos legumbre y el resultado ha sido un guiso fino, con el sabor inigualable del carico casi fresco, alubia nada pellejona y tampoco harinosa, un guiso de concurso, que es lo habitual de la casa. Unas alubias que saben únicamente a alubia, sin añadidos, así es el carico de Cantabria: único y con sabor propio.
Merluza rebozada. Aquí no soy imparcial, todos los que me seguís sabéis que no soy muy amigo de este pescado.
Mollejas con setas. Dos elementos complementarios, y estamos entrando en época fungi, en otoño. Brutales, no puedo decir más.
Lengua con tomate. Aquí no sabe quién gana el concurso, si la lengua perfecta de punto de cocción, blandita y plena o la salsa de tomate, una salsa casera con tomate y poco más, que se podría utilizar para acompañar a lo que se te ocurra, siempre va a ganar con esta aportación. El conjunto delicioso y ya con las patatas artesanas que le acompañan no creo que se pueda pedir más.
Terminando lo salado con una buena pieza de carne, patatas y pimientos, el final perfecto.
Aquí hubo cambio de tercio, Elisabet de Raventós i Blanc, una invitación de Guadalupe Velar. Un cava que no conocía y que acaba de pasar directamente a la cabeza de mis preferidos.
El fin de fiesta, tupinamba.