Hemos Comido…en La Cartería en Cartes, al final todo llega y Enrique ha terminado asentándose en este bellísimo pueblo de Cantabria, en su zona más histórica.
Diciembre 2018. El cocinero torrelaveguense Enrique Pérez Malagón, ha establecido su restaurante en un cercano lugar a su Torrelavega natal, en Cartes, una villa preciosa atravesada por el camino real, y a pie del camino está La Cartería.
No asistí a la inauguración debido a problemas de agenda, pero allí estuvo lo más granado de la gastronomía de Cantabria, la Asociación de Cocineros de Cantabria con Floren Bueyes a la cabeza, arropando este nuevo negocio de nuestro amigo Enrique.
La decoración no ha hecho otra cosa que mejorar un local con aspecto de casona aportándole basicamente luz, me parece un sitio de lo más bonito para alojar un restaurante.
Primero el pan, con dos tipos diferentes, de trigo y de maíz, los celiacos vienen luego pues tardan un rato en calentarse.
Una tapita para acompañar al pan anterior, un buen aceite y unas patatas fritas.
De aperitivo bienvenida una crema de calabaza. Fina y de gran sabor, como le corresponde a esta elaboración clásica del otoño.
Comenzamos compartiendo un carpaccio. Con un corte más grueso de lo habitual, lo cual nos encantó. Acompañado de un buen aceite, encurtidos y queso. Muy bueno.
Mollejas con barbadas al pil pil. Un mar y montaña complicado, texturas no muy complementarias que diferencian el bocado, en conjunto una explosión de sabores que en la boca que sí maridan. Me resultó chocante y atrayente.
Rape con ajos. Dentro de los segundos mi acompañante tomó este rape que acusó de pasarse en cuanto a sabor ajo, demasiado potente, y el rape demasiado al dente para su gusto, la base de puré le gustó mucho.
Cigala con oreja. Este resultó a mi entender el rey de la comida. Continuamos con los complicados mar y montaña con texturas opuestas, compartiendo un sabor similar a una vizcaina suave. Auténtico vicio y objetivo del pan para el final del plato. La cola de cigala en su punto y la oreja sabrosa, vicio en estado puro.
De postre mi acompañante tomó una inusual tarta de manzana.
Y yo un milhojas, algo que no podía faltar en la cocina de un torrelaveguense.
Como podeis comprobar el precio resulta muy contenido y con un extraordinario RCP. El servicio es de lo más atento y en lo referente al chef, le conozco hace años como para saber que esta comida iba a terminar dejando el pabellón muy alto para futuras visitas. Está claro que la visita es más que recomendable.
