El Mercado de San José, popularmente conocido como La Boquería, es un mercado municipal que se encuentra en la Rambla de Barcelona. Además de ser un lugar donde se puede comprar todo tipo de productos frescos, es también una atracción turística.
El mercado fue inaugurado en 1840, pero sus orígenes están al aire libre, ante las puertas de la antigua ciudad, en la explanada del Pla de la Boqueria, donde vendedores ambulantes y labradores de los pueblos y masías próximas se instalaban con el fin de vender sus productos, antes de que la ciudad se saliera de sus primeras murallas. Este mercado se hacía fuera de las murallas de la ciudad por ahorrar el impuesto de entrada de mercancías.
Era una asignatura que tenía pendiente desde hace mucho y tenía muchísimas ganas de conocerlo, pero cada vez que me acerco a la ciudad condal es por motivos de trabajo y suelo alojarme en las afueras, pero en esta ocasión no dejé pasar la oportunidad, acabé lo antes posible y me enteré que el mercado cerraba sobre las ocho de la trade, así que a eso de las seis estábamos en la Rambla.
Ciertamente que cuando me acerqué, por cierto acompañado de un local, Jordi que me hizo de guía, un gran número de puestos estaban cerrados, sobre todo de pescado, solo había abiertos dos, uno de ellos con una pinta normalita y el otro con una pinta horrible, no me atreví ni a sacarle una foto, pues el pescado invitaba a una visita al hospital más cercano.
Mucho colorido, mucho puesto de caracter fusión con productos a la venta de gastronomía sudamericana y asiática y poco puesto local, muy poco por no decir nada de oferta catalana a no ser alguna que otra carnicería y un par de puestos de frutas y verduras.
Al igual que mi visita al mercado de San Miguel en Madrid, resultó un tanto frustante viendo que está enfocado más a la visita del turistas que al foodie o al gastrónomo. Barcelona es una ciudad centrada en turismo y está claro que uno de sus más famosos mercados no lo iba a ser menos.
Eso sí, la visita merece la pena por muchas razones, la primera llegar andando a lo largo de las Ramblas y observar la fauna que se mueve por los alrederores, recordar ciertas andanzas por estos lares hace muchos años.
Ver la internacionalidad de la ciudad llena de todas razas lenguas y orígenes, un preciosa Babel donde no te aburres ni queriendo y por último dar un paseo por el inigualable Barrio Gótico de vuelta al hotel. Ya se sabe como dice el proverbio : Barcelona es bona si la bolsa sona.
