Hemos Comido…en Atrium, en la calle Magallanes. Un excelente descubrimiento.
Marzo 2014. Atrium era el patio de la domus (casa romana) y de algunos templos romanos. La RAE lo define como espacio descubierto, y por lo común cercado de pórticos, que hay en algunos edificios.
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Nada más entrar parece que cambias de galaxia, pasas de una calle de lo más concurrida por el tráfico y una fachada poco atrayente a un espacio elegante y poco recargado, con una excelente separación entre mesas y tres espacios perfectamente definidos, donde aislar mesas grandes.
Enseguida me atendieron, para mi sorpresa no era el primero, en uno de los apartados había un par de mesas cominendo ya. El restaurante dispone de tres alternativas dististas: carta, menu del día (muy atrayente y distinto, a 13€) y lo que yo tomé, un menú primavera por 25€, con el que puedes disfrutar de cinco elaboraciones contado el aperitivo, no incluye ni bebida ni café.
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Al poco de tomarme nota me sirven el pan y la bebida y en un pequeño período de tiempo el aperitivo de bienvenida, una alcachofa confitada. Una elaboración que me encanta de este pariente cercano del cardo borriquero. Muy buena y diferente. Si hay algo que caracteriza a este lugar es que todos los elaborados tienen un toque diferente a la elaboración tradicional, este en concreto va colocada sobre un balsámico de pera muy agradable.
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Como primer plato una charlota de faisan con setas y foie. Un pastel de carne donde el faisán, por lo general bastante seco, gana en jugosidad por ir compañado con unos pequeños trozos de setas y un innegable sabor a foie, una exclente mixtura de sabores. Otro acompañante de calidad para este menú, muy bueno. Tengo que hacer refererencia a una cadencia continuada a la hora de servir, sin esperas, algo que me encanta y más si es un menú degustación compuesto por más de dos platos.
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Comenzamos con los segundos. El primero de ellos un lomo de machote en papillote con alga nori a la sal hawaiana. El alga nori es el alga marina que se utiliza para elaborar los famosos sushis. Un envoltrorio de alga que contiene un machote muy jugoso, sobre una rica salsa de tomate acompañado de unos dados de tomate y algunas huevas de trucha, muy bueno.
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Después, crocante de rabo de toro con crema trufada de patata y verduras ecológicas. Un envoltorio que esconde un rabo de toro de gran sabor y un puré de patata con un leve sabor a trufa, el envoltorio crujiente, sobre una cama de tiras de patata fritas, acompañado de la salsa del rabo, muy bueno.
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De postre un helado de sobao pasiego, algo completamente distinto a cualquier helado que hubiera probado con aterioridad, una auténtica sorpresa.
En resumen, un lugar al que hay que volver a seguir probando lo ofertado pues la cocina es de lo más atrayente que combina diferentes orígenes para dar como resultado unas excelentes raciones diferentes a lo habitual, hay que volver.
