Embotellado por Clagor S.L. en Villarrobledo, Albacete.

Vamos a centrarnos en el mapa. Comunidad de Castilla-La Mancha. Provincia de Albacete. Municipio de Villarrobledo, la mayor extensión de viñedo del mundo. Sí, se dice pronto; pero esto indica la importancia que el vino ha tenido y tiene en esta tierra.

Cuando nos disponemos a comprar un vino, y no tenemos opción de probarlo antes, lo único que podemos hacer es formarnos una expectativa, es decir intentamos «adivinar» como sabrá el vino. Seamos claros: lo que realmente nos importa de un vino sucede en el interior de la botella y no en la etiqueta. De la misma manera que nos interesa infinitamente más el viñedo que la bodega, el viticultor al enólogo y el “currante” al director de marketing. Pero una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa: nos encanta una etiqueta bien diseñada alegrando nuestras baldas y nuestra vida, porque una etiqueta (también) es una oportunidad para contar una historia.

En la conformación de esta expectativa está directamente involucrada, entre otros factores, la tipografía del vino. La letra forma parte importante de la marca. No es tarea sencilla. En el arte de diseñar una marca y crear una experiencia agradable, están involucradas muchas variables: la etiqueta, el posicionamiento, el precio, los colores…

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Los diseñadores saben de la influencia de la tipografía en la manera de «ver» un producto. Por el tipo de letra intuimos el precio, el estilo o incluso la edad del vino.

Asimismo, una tipografía también puede cambiar el sabor del vino. Por sorprendente que parezca, la tipografía puede alterar la percepción del sabor del vino que tomamos. Las palabras que leemos anticiparán e intensificarán nuestra percepción y disfrute de un sabor, y la forma en que estas palabras se ven pueden hacer lo mismo.

Un precio más elevado en una botella de vino no sólo influye en el sabor que percibimos del vino, sino que también aumenta nuestro placer. En este sentido las tipografías tipo ‘Serif’, es decir con remates en sus extremos o «teminales de pie» (como la Times o la Georgia), escritas en trazo delgado se asocian con un vino más caro.

Por el contrario el tipo ‘Sans Serif’, es decir sin remates con cortes rectos (como la Arial, Tahoma o Helvética), con trazo grueso, y ángulos rectos por lo general se asocian a vinos más económicos.

En cuanto a las formas, una tipografía regular y simétrica se asocia a mayor calidad, y por tanto aumenta las posibilidades de compra, por el contrario, las formas triangulares llamativas y sobre todo irregulares, quedan en un segundo plano a la hora de la compra.

Las formas redondeadas, por ejemplo un estilo ‘Sans Serif’ de remates suaves o ligeramente redondeados, se asocia a vinos más suaves y fáciles de beber.

Pero no es sólo la tipografía en sí lo que influye en el sabor. El diseño de la letra también puede afectar a la expectativa del sabor del vino, antes de probarlo. Además de los tipos de letra, los distintos colores, texturas y formas de éstas pueden hacer cambiar la percepción del vino por completo.

Por ejemplo, los colores de letras de tonos terrosos y las letras angulosas, pueden incrementar la sensación de sabor amargo (tánico) en el vino. Por el contrario, los tonos rosados y letras redondeadas, e incluso en cursiva, intensifican los sabores dulces y florales.

Los expertos insisten en que no se trata de manipulación, sino de algo que sucede en nuestro cerebro a nivel instintivo, es decir sin prestar atención consciente sobre ello.

La explicación se remonta a los instintos básicos de cazadores-recolectores de los humanos. Según expertos, las formas regulares nos inspiran equilibrio, sosiego y calma, mientras que las irregulares todo lo contrario, lo que pone nuestro cerebro en alerta ante un potencial peligro. Se trata de un aviso subconsciente de nuestro propio cerebro para mantenernos seguros.

Sin embargo, tal y como explica Martin Lindström autor del bestsellet «Buy-ology», a nuestro cerebro le gusta la congruencia, por tanto si se persigue potenciar la acidez o tanicidad de un vino, de manera directa, un tipo de letra angulosa y algo irregular podría ser aceptado por nuestro cerebro y ser positivo.

No hay una fórmula mágica para elegir un tipo de letra con éxito, se trata de buscar la mejor combinación a la hora de transmitir el mensaje correcto. El tono, el contexto, el tamaño y el color apropiado son variables a tener en cuenta.

Por ejemplo, si desea que un producto justifique un precio mayor, dirigiéndose a un público más selecto y reducido, el uso de un tipo de letra serif, fina, diseñada regularmente, con buen contraste, y remates con «pie», en un tamaño no muy grande, con un estilo limpio y minimalista, y en tonos de colores apagados puede transmitir esto.

Si lo que se desea es incrementar las ventas accediendo a un público mayor y acentuar la sensación de un vino «fácil» de beber, un tipo de letra sans serif, en negrita, con líneas redondeadas o en cursiva, y tonos de colores suaves, pueden intensificar esto.

En fin, podemos hablar de etiquetas durante largo rato, pero en este caso es obvio y claro el cuento que nos quiere trasmitir. El cuento de la Princesa y el sapo.

Hace mucho tiempo, vivía una bella Princesa que era muy soñadora, creía en la magia y siempre se llenaba la cabeza de aquellas cosas y paraba en las nubes. Un día, mientras paseaba por el bosque, llegó a un bello estanque, y al asomarse sobre este, escucho una voz, al observar bien de donde venia, vio que provenía de un Sapo que se acercaba rápidamente a ella. Ella con mucho miedo dijo:

«¡No, no!, ¡no te me acerques feo Sapo!»

«Espere por favor bella señorita.» – Dijo el Sapo – «No le haré nada malo, solo soy un Sapo inofensivo.«

«¿El Sapo habla?, ¿qué deseas de mi señor Sapo?» – Dijo la Princesa aun temerosa.

«Le pido me disculpe el atrevimiento.» – respondió el Sapo – «Pero si usted fuera tan amable de darme un beso suyo, yo volvería a ser humano.«

La Princesa se hizo atrás y dijo:

«¿Yo besar a un Sapo? No, qué  asco!, ¡no puedo hacer eso!«

«¿Por qué dice eso señorita?.» – Dijo el Sapo  «Yo en realidad soy un Príncipe.«

«No, no le creo.» – Respondió la Princesa – «¿Cómo un Sapo como usted podría ser un Príncipe?«

«La verdad, yo fui embrujado cruelmente y convertido en un Sapo.» – dijo el Sapo – «¿Usted no cree en la magia?«

«Sí creo en la magia.» – Respondió la Princesa.

«Entonces, por favor, béseme.» – Dijo el Sapo.

Creyendo en su ideal, la Princesa lo hizo, y besó al Sapo. A los pocos segundos, algo increíble sucedió. El feo Sapo, se convirtió en un apuesto Príncipe tal como él lo dijo. Cuando la Princesa y el Príncipe encantado se vieron, sintieron amor a primera vista. Al poco tiempo, se casaron y con el tiempo, vivieron muy felices para siempre.

Acercad vuestros labios a la copa de vino, degustadlo, catadlo con cariño y veréis cómo el cuento es realidad.

¿El sapo, sí o no, ha comido la uva? Veréis cómo todo cambia.

Por Alfonso Fraile

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