Hemos Comido…en Casa Gerardo, muy cerquita de Suances, yo diría que a medio camino entre este y Ubiarco, aunque se encuentra en el ayuntamiento de Suances.
A poca distancia tienes una de las visitas más inusuales de nuestra provincia, la ermita de Santa Justa, una construcción semiexcavada en la roca de un anticlinal, en la playa del mismo nombre que la ermita. La ermita es semirrupestre, sólo posee dos paredes de piedra de mampostería, además de la cubierta de teja de una sola agua, todo ello unido al acantilado.
Volviendo al tema que nos ocupa, lo que sí resulta un descubrimiento es este mesón, que lleva a sus espaldas 25 años de cocina tradicional, a la antigua usanza: cocido montañés, fabada en olla ferroviaria y unas magníficas carnes a la brasa, con leña de roble para conseguir ese sabor tan especial que solo la buena parrilla consigue.
Me llamó la atención que todos los días disponen de un guiso de olla ferroviaria, y sobre todo el horno que se puede observar a la entrada y la gran brasa que alegra la vista de los visitantes.
Disponen de menú, menú especial y carta; al final opté por esta última, pero la mayoría de los parroquianos acudían al menú diario; para ser un día entre semana estaba muy concurrido, y eso que no era ninguna fecha especial.
Después de echar un vistazo a las instalaciones y ver de cerca la brasa, me senté a comer. Enseguida me atendieron, tomaron nota y me sirvieron la bebida para hacer tiempo mientras esperaba.
Este día tenían fabada, así que me decanté por esta opción que resultó ser un acierto. Estaba muy justa de morcilla de año, ya que este ingrediente, si está en demasía inunda de sabor del guiso y suele ser bastante repetitivo. La alubia estaba muy bien hecha, entera sin romperse y blandita, mantequilla, que se dice por aquí; un buen compango no excesivo y la posibilidad de repetir. Me gustó.
De segundo presa a la brasa. Todo un aliciente para volver ya que estaba hecha perfectamente, doradita sin estar seca, muy a mi gusto, acompañada de unas buenas patatas artesanas.
De postre, uno que hacia mi madre y que no lo comía desde aquel entonces. En casa lo llamábamos puding de manzana, es una elaboración de manzana y pan, un postre de aprovechamiento que para mí resulta delicioso y de grato recuerdo.
Al final me cobraron un menú especial, debía de ser una de las combinaciones previstas.