Hemos Comido…en el Chiqui con premeditación y alevosía antes de que se jubilara Luis Cordero tras más de 40 años de profesión.

Está considerado como uno de los locales con mayor capacidad de la ciudad por lo que es normal acudir a él y que se esté desarrollando algún evento.

Dentro de sus especialidades destacan la ensalada de bacalao con vinagreta de zanahoria o el lomo de merluza con almejas y cocochas, dentro de los postres el pañuelo con tres chocolates y salsa de vinagre de modena caramelizada o el sorbete de frambuesa.

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El Hotel Chiqui se encuentra en un lugar privilegiado de la playa del Sardinero en Santander. Y se dio la ocasión un día negro de invierno con una buena tormenta para disfrutar junto con la comida y unos clientes de secano que querían contemplar la playas y el mar así que reservamos mesa con vistas y nos dirigimos al Sardinero.

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Empezamos con un aperitivo para abrir boca, mejillón en vinagreta con salsa rosa y chupito de gazpacho, muy bueno.

De primero comenzamos con una tradicional del lugar y cántabro al cien por cien, queso de Las Garmillas con anchoas y reducción de vino dulce, la calidad de las anchoas del Santoña ya las conocemos todos los foráneos, pero los de otras comunidades no suelen dejar de sorprenderse estas últimas, este queso gratinado sobre una fina rebanada de pan de pasas y nueces ha sido un espectáculo a la vista y al paladar.

Continuamos con ensalada de pulpo y aguacate, acompañado de unos tomatitos cherry, anchoas y berberechos aderezados con pimentón, muy bueno de sabor pero me sobraban lo tomatitos.

Cremoso de foie braseado y esferas de frutas, el azúcar moreno tostado ofrecía una textura exquisita, muy cremoso, quizás demasiado dulce para mi paladar.

Patata rellena de marisco con cocochas al pil pil, exultante de sabor las cocochas carnosas, una textura exquisita, algo memorable.

Y de plato principal lubina asada acompañada de una salsa de erizo, salsa de ajo y vinagreta de piñón, este pescado volvió locos a los visitantes, a mí la verdad es que es un pescado que no me vuelve loco, pero hay que reconocer que estaba preparado magistralmente tanto en lo referente al punto, del pescado como de las verduritas que lo acompañaban. La frescura de la pieza incuestionable.

De postre el primero una emulsión de yogur griego y leche condensada con mermelada de tomate confitado, muy bueno.

De segundo postre mousse de chocolate con crema confitada y helado de leche condensada, una mousse esponjosa y perfecta de final de velada.

Este lugar tiene un especial significado para mí, pues llevo desfilando por el desde que era niño, la mayoría de la gente que venía de fuera solía acercarse a este lugar y se le tenía como lo mejor de la ciudad. He estado en todo tipo de celebraciones, bodas, bautizos, comuniones, invitado por Telefónica, con la CEOE etc. Y siempre mejor o peor ha salido airoso del trámite. Esta última de las mejores que recuerdo, pero todas en general bien.

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