Hemos Comido…en Ronquillo, en Ramales de la Victoria, seis comensales que vinimos a tomar unos vinos por los alrededores y a visitar una nave que acaban de construir unos amigos.
Triunfar y dejar al personal boquiabierto entrando en lo que parece un bar de pueblo, en Ronquillo no tiene mérito, para que al final surga un restaurante de los que marcan la pauta, todo gracias a sus dos artífices: David en la cocina y Ceci en la sala.
Nada más sentarte a la mesa te encuentras con un aperitivo bienvenida de estas caracteríscicas.
Para seguir con otro donde la croqueta de jamón es la reina.
En el apartado panes también hay sorpresa, pues más de uno lo elaboran in situ y la verdad es que se nota.
Alcachofa confitada. Es el comienzo de un menú con un exponente claro de cocina de cercanía tradicional adaptada a los tiempos actuales.
Colmenillas con foie. Todo un clásico de la casa que no puedes perderte, siempre y cuando coincida con la temporada.
Bocartes fritos con pimientos asados. Del bocarte no puedo opinar pues no soy imparcial, siempre me gustan, es mi pescado favorito. Por cierto, los pimientos eran perfectos, de una calidad suprema.
Este bocarte fue la adaptación para una dieta celiaca, rebozados solo con huevo. Un gustazo para mi acompañante que ya se veía sin bocartes y que gustándole como le gustan no iba a ser un buen trago.
Mollejas plancha sobre cama de puré de calabaza. Soberbia la molleja, tal cual con un toque de calor, mi ideal de producto total. Aquí terminamos los primeros compartidos y continuamos cada uno con un principal.
Guiso de jabalí, como lo hacía la madre de David. Toda una tradición de generaciones de cazadores en un plato: el comensal nos comentó lo extraordinario del guiso.
Gambas de las que solo tengo la referencia que le gustaron bastante al comensal.
Una interpretación del Cap i Pota: callos, morros y manos. Una barbaridad de guisazo, decir que estaba bueno se queda corto, por supuesto que lo tomé yo, acabé con el pan de toda la mesa.
Carrillera en su jugo con parmentier. Solo con ver la foto queda todo dicho, le entusiasmó al comensal.
Otro de los principales, rabo de toro. También resultó un acierto, como nos reconocía quien lo pidió.
Tres postres diferentes, pero una sensación única entre todos los comensales, mejor imposible. El importe no lo sé, pues nos invitó uno de los comensales. Tampoco referencio los vinos pues tomamos cava y vino tinto, pero cayó más de una botella.
El veredicto final, una comida de verdad top donde hay unanimidad de opiniones.