Hemos Comido…en Las Portillonas en Muriedas, la primera vez que comí aquí fue durante un verano en vacaciones, estaba trabajando clasificando tomates para una cooperativa de agricultores; ya te digo si ha llovido desde entonces.
El reclamo del lugar siempre fue la carne de caliadad y el restaurante, vayas cuando vayas, suele estar lleno, sobre todo a la hora de comer. Tiene un buen menú y un buen aparcamiento, lo que facilita las cosas.
Cuando esperas algo de tiempo en la barra, o al menos es lo que me pasa a mí, te «obliga» a tomar un aperitivo antes de pasar al comedor. Tras una breve espera me acomodaron en el comedor interior, también dan comidas en la terraza.
La carta es extensa, centrada en cocina tradicional y en concreto en carne de calidad. Su oferta de ibericos y quesos esta también es amplia, aunque en su apartado de ibéricos incluyen la cecina. Por cierto, suelen tener un buen queso picón.
Ese día habían elaborado fuera de carta callos y estaba claro cual iba a ser el primero de un carnívoro menú.
Unos callos para los que culaquier cantidad de pan es poca, bien ligados, de esos que se te pegan los labios y justamente picantes, muy buenos.
Y de segundo carne, entrecote de vacuno mayor, acompañado del pimiento de lata frío y unas patatas fritas que merecían la pena. Buena carne de temprana maduración y agradable sabor, vaca perfecta de punto.
Para finalizar bombón lebaniego.
Buen servicio, resulta atento y te asesora con conocimiento. Y un buen precio, por algo está lleno a todas horas.