Hemos Comido…en La Soldrería, en pleno casco antiguo de Potes, una casona con diferentes rincones donde disfrutar.
Dispone de diferentes comendores, una terraza enorme y una barra donde disfrutar desde primera hora de la mañana a última de la noche de todo el recorrido gastronómico posible: desayuno, vermut, aperitivo, comida, merienda, cena y copa nocturna.
Debíamos de haber coincidido hace mucho tiempo, ya que en un par de ocasiones había quedado a comer en este lugar, pero las dos veces anteriores surgieron problemas que no lo hicieron posible.
De modo que en cuanto tuve ocasión me acerqué a disfrutar, en primer lugar de un vermut al sol, bueno más bien a la sombra de un cálido sol otoñal, en un lugar pensado para pasar un rato, un buen rato.
Una de las razones para elgir La Soldrería es una esmerada bodega, fruto de la pasión de Antonio Risquete por todo tipo de caldos, añadido a su buena mano a la hora de elaborar combinados, el vermut lo borda.
Otra de las atracciones, a mí me lo pereció, es seguir el funcionamiento de la sala, dándole aliento a la cocina, un verdadero espectáculo de cómo dirigir un estableciemiento hostelero con salero. Dos fieras, no se les escapa una.
Aquí quedan algunas fotografías para que os hagais una idea del lugar.
Vermut en la barra, obligatorio probar esa barra, esa terraza y, por supuesto, el vermut.
Una carta difícil para la zona, pero con gran afluencia de comensales, que suele ser lo que pasa cuando se hacen las cosas con cariño.
Una vez en el comedor la croqueta toma otro sentido, no es croqueta de cocido lebaniego, es cocido lebaniego dentro de una croqueta.
Y unas patatas, que bien fritas como estas, siempre dejan una sonrisa, salpimentadas con cayena y acompañadas de tres salsas: mojo, ali olí y pesto.
Para acabar, solomillo teriyaky marinado durante 24h con tostadillo de Potes. Un teriyaky local acompañado de crepés de hilos de patata y ajetes tiernos con cilantro. Los crepés son un guiño a los rellenos del cocido lebaniego.
En resumen, muy bueno el solomillo de porcino.
Para terminar con tarta de queso local al horno, una buena intrerpretación de una cheese cake local.
La gastonomía lebaniega sigue manteniéndose como fondo, pero a todo se le aplica un halo de modernidad dentro de un local con siglos de historia. Recomendable y distinto.