Hemos Comido…en El Trillo, en Bezana o más bien en Igollo de Camargo, un asador con una barra muy amena.
La oferta no puede ser más tradicional, lo que corresponde a un asador con brasa a la vista y un maestro asador con años de experiencia en estas lides. Su oferta se concentra en tres apartados: menú, carta y picoteo.
Pero, como suele ser tónica en un lugar de estas características, prima la carne por encima de todo. Carne en diferentes formas, no solo a la brasa, también casqueria, asadurilla, callos, mollejas, albóndigas. embutidos y sartenes. En la brasa el prodcuto estrella y que más se vende es la costilla a la brasa y la parrillada, aunque también hay disponibles otros cortes de más alta alcurnia, como solomillo, chuletón o entrecote.
Enseguida le eché el ojo a la asadurilla, una elaboración de casquería que siempre me ha encantado, que cada vez es más difícil de encontrar (y bien hecha todavía más difícil). Esta ración resultó todo un acierto, unté pan a muerte dado que la salsa estaba para chuparse los dedos, venía con bastante hígado que se diferencia por ser más duro que el resto. Un acierto de elección.
Para terminar un entrecote. Siempre digo que no soy de chuletón, aprecio más este corte. Y en cuestión del animal, la ternera es algo que evito, y la vaca cuanto más vieja mejor; el buey es algo que cada día me llama menos la atención, es a mi entender más dulzón y en muchos casos el sabor grasiento impera. Este corte era de mis preferidos y la carne merecía la pena, con una maduración justa y textura muy adecuada, unas buenas patatas y sabor, sabor a vaca; pimiento del piquillo y verde (por cierto sin ser pimiento de tipo Padrón), le acompañaba una salsa de queso de la que no hice uso.
Una buena ración y una elaboración a mi gusto cierran este capítulo de carnes en un lugar donde es la marca de la casa.
Para terminar tiramisú, tambien de la casa. Una comida de las que me gustan, carnívora a tope, está claro que en un asador es lo que prima y a por lo que venía. Un lugar recomendable.