Hemos Comido…en El Remedio, a mí me gusta tanto disfrutar de una buena mesa como de una buena barra.
Quizás me motive más una buena barra, ya que implica mejor movilidad, está claro que para una comida informal donde vas variando de lugar y así tomando diferentes especialidades. La barra implica dimamismo.
El lugar resulta de lo más agradable, por el personal, por el local y por lo bien que te reciben, como podeis observar en la foto del pie.
Samuel es un buen amigo y un cocinero de los que marcan tendencia en el panorama gastronómico actual, por encima de reconocimientos o estrellas, muy implicado en cocina de cercanía, con producto de temporada y km0, como debe de ser y dejando fuera estereotipos de moda y las cartas clónicas, centrado en la calidad de producto.
Comenzamos tomado unos aperitivos en barra, de esos que quitan el hipo y que condicionaron nuestra siguiente visita, ya que teníamos intención de comer en Comillas y esto era una mera parada de repostaje, que luego no resultó tal.
Picamos unas almejas, de buen tamaño y mejor elaboración. Siempre pienso que la mejor manera de tomar una almeja es cruda, pero cuando toca untar pan en una salsa como esta me olvido por completo de esa idea pues el unte «almejero» es lo más.
De aquí pasamos a tomar unos langostinos como pocos he probado. Punto perfecto y frescura inusual en este tipo de mariscos, no recuerdo qué vez los he tomado así de buenos, acaban de dejar el listón del langostino fresco de Huelva muy muy alto.
Y para terminar un Km0 de libro, guisantes de la huerta del padre de Samuel. Aunque no fueran lágrima, las lágrimas ya las pongo yo, sobre todo cuando los metes en la boca y explotan con ese dulzor característico, acompañado de un aceite crudo bastante subido y alguna lasca de sal, el resultado es algo que no se olvida facilmente, menos mal.
Tres personas, dos celiacas y un lugar único por todo, atención, producto, elaboración y unas vistas únicas. Si no lo conoces no sabes lo que te pierdes, si lo conoces seguro que lo valoras igual que yo.