Hemos Comido…en la Marisquería Adolfo, que ahora luce en el cartel como Restaurante Adolfo.
No hay verano que no me deje caer por sus instalaciones a disfrutar de sus mariscos y pescados, habitualmente procedentes de barcos de la Villa de los Arzobispos. Comillas es conocida comúnmente como la Villa de los Arzobispos. Tal calificativo le viene por ser tierra natal de un buen número de religiosos que llegaron a alcanzar altos cargos dentro de la Iglesia.
Suelen tener la buena costumbre de mostarte tanto los pescados como los mariscos antes de cocinarlos. Nosotros, si hay besugo por estas fechas, procuramos saborear uno siempre y cuando sea de los alrededores, y este lo era.
También nos presentaron un centollo que habitualmente también solemos pedir ya que lo hacen a las mil maravillas.
Comimos con un Albariño Nueve Olas, un vino blanco con crianza, sedoso y con aromas a fruta blanca y manzana y un final agradable, un perfecto compañero para esta comida.
Otro de los grandes alicientes del lugar son las patatas fritas artesanas, unas patatas chips que hacen como nadie, las bordan.
En esta visita había bocartes y aquí los hacen a la plancha que están para chuparse los dedos, así que cayó una ración y por supuesto no defraudó.
Éramos tres comensales y dos de ellos compartimos unos maganos encebollados, muy buenos también.
De aquí pasamos a degustar el centollo que nos habian presentado con anterioridad y que resultó tal como esperábamos, un poco calentito, justo de cocción, de muy buen sabor por supuesto a centollo; cumplió con todas las espectativas.
Y seguimos con el besugo. A la plancha, fresco y hecho a nuestro gusto, no se puede pedir más. Hubo cuorun en cuanto a lo bien que se desarrollaba la comida, por cierto sin problemas para los otros dos comensales celiacos.
De postre, helado.
Y tarta de queso al horno, también apta para celiacos.
Al final llegó la nota y como siempre reflejaba un muy ajustado RCP. Primetra incursión este verano en Adolfo, todo como esperábamos, de diez.