Hemos comido … el menú degustación llamado “gourmet”.
De aperitivo nos pusieron un gazpacho de remolacha, que prepara el estómago para el menú, muy suave y bueno.
Empezamos con unos percebes de buen grosor, tamaño y calidad, venían recalentados en microondas, muy mejorables, por decir algo cortés.
A continuación un ravioli de cigala. Y lo que vino fue un ravioli de pasta tiesa, con un relleno infame de cigala reseca, ultracongelada, sin sabor ninguno, todo ello inundado de nata (el recurso del pataleo), puerro deshidratado, pimienta negra y demás añadidos que lo único que conseguían era generar un engrudo asqueroso.
Seguimos con dos lomos de sardinas confitadas, acompañados de una ligera vinagreta de tomate. No malas del todo, se podían comer.
Foie envuelto en col china a modo de papillote, con un fondo donde la grasa del foie se mezclaba con un fondo agridulce y rodeado de dos dados de mango fresco,el conjunto se dejaba comer sin más.
Lomo de salmonete, pequeño, hecho al horno con toque final de plancha. Algo pasado de punto. Además el salmonete no es santo de mi devoción quizas por que los he pescado en múltiples ocasiones y sé por donde se pasean.
Seguimos con un taco de lechazo acompañado de un membrillo sobre el que venían unos frutos rojos y un trocín de piña fresca. Fue el plato que más me gusto.
De postres trajeron un helado de café, con un bizcocho de chocolate con una gelatina de fresa en la misma onda que todo lo anterior (pobre).
Helado de leche merengada, con notas de leche fresca y canela, tocinillo ligero, este postre sí me gustó sobre manera.
Concluyendo, enorme decepción. Había oido hablar tan bien de este sitio que, encima del paseo y habiéndoselo recomendado a la parienta que no es muy dada hacer kilometros. En resumen, no vuelvo.
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