Hemos Comido…como cada vez que venimos a Coruña en Mundiña, apostando a caballo ganador, nunca falla.
Abril 2017. Hay una serie de fijos en nuestro viajes relámpago a Galicia, en raras ocasiones pasamos de tres días y nos dejan pocas opciones para conocer nuevos sitios, pero que le vamos a hacer, siempre nos vemos recompensados y cumplen con las espectativas, habitualmente van más allá de lo esperado.
Siempre que me acerco a Mundiña me encuentro con un cuco de buen tamaño, como el de la foto, empiezo a preguntarme si será el mismo, aunque se conserva de maravilla, pues este restaurante lo conocimos al poco de abrir, en un principio atraidos por la barra, una vinoteca diferente en Coruña por aquellos años no había otra igual donde elegir varios vinos, nos pusieron una tapa de patatas con bonito y nos gustó tanto que nos quedamos a comer, y aquií seguimos.
Habíamos reservado, y más en las fechas en las que nos encontrábamos, cuando digo habíamos reservado me refiero a que lo teníamos hacía bastante tiempo, unos quince días. A la mayoría de la gente eso de reservar les suena a chino y luego ocurre lo que ocurre, que te plantas en el quinto pino y terminas comiendo un bocadillo en cualquier sitio por que no había mesa libre donde tu esperabas que hubiera.
En otro orden de cosas, hay otro tipo de gente que rserva y no se presenta, eso ya es el colmo de los colmos, porque no cuesta nada una llamada para decir que no vas por el motivo que sea, de imprevistos está el mundo lleno, pero este tema daría para todo un artículo, así que continuamos con lo que estábamos.
El comedor sigue como lo dejamos el año pasado, aunque mantenido como nuevo, creo que han pintado y cambiado algo, pero básicamente lo mismo, yo me fijo más en el plato.
Unas aceitunitas para hacer más llevadera la espera.
Y Juve i Camps Reserva de la Familia de 2012 para acompañar la comida, un viejo conocido, me acuerdo que el año pasado comimos con Mistinguet, cualquiera de los dos acompaña de maravilla.
Y comenzamos por el inexcusable del lugar, salpicón de bogavante y masera. El mejos salpicón que conozco sin lugar a dudas, con un precio importante la ración que por cierto este año se me hizo algo escasa, pero es una de las razones de mi visita continuada a este lugar, muy básico, producto y nada más, sin palabras. De todas maneras sea como sea el tamaño de la ración siempre se me va a hacer escasa.
También como primero algo que nos encanta al otro comensal y a mí, los berberechos, que si son buenos no desmerecen a ningún otro bivalvo, el limón ya sabeis, todo lo demás sabor a mar sin intermediarios.
Los berberechos se empiezan a acercar en precio a las almejas, algunos las superan, supongo que debido a la falta de ellos, de antes no los quería prácticamente nadie y ahora junto con los caracolillos han subido en el escalafón monetario.
De segundo mi acompañante tomó rape a la plancha. Dos buena rodajas acompañadas de unos cachelos, superior según mi acompañante.
Yo tomé de segundo lamprea a la bordolesa. Muchos añós sin probarla, la última ración que les quedaba, ese fuerte sabor y esa textura gelatinosa que lo diferencian de otros pescados, similar a la anguila, pero de más sabor, deliciosa.
Cuentan en el área de Padrón, más en concreto en chef Rivera, para mí el rey de la lamprea gallega, que la lamprea al estilo de Arbo fue traída desde el vecino Portugal donde un famoso cocinero francés la puso de moda según la clásica receta de Burdeos, es decir, en salmís, lo que significa guisada con una salsa compuesta por su propia sangre ligada con vino tinto y acompañada de arroz.
Aunque desde mi punto de vista la bordalesa clásica y la bordalesa gallega tienen en común el vino tinto, y poco más. De hecho, desde siempre la preparación de la lamprea siempre me ha recordado a un civet que se prepara con vino tinto , la sangre del animal y a veces el hígado también. El problema con el civet es que es una elaboración que se aplica, sólo a caza y de manera muy especial a liebre. Que en cierto momento se empieza a utilizar para designar elaboraciones con otros ingredientes, pescados, langosta, otras carnes y no teniendo como base la incorporación de sangre como es obvio en una elaboración de langosta.
Así que, desde un punto de vista puramente culinario, la lamprea a la bordalesa para mí es más un civet de lamprea.
De aquí pasamos a los postres. Mi acompañante una macedonia de frutas fuera de lo común.
Yo tome torrija, una torrija de la releche, un final feliz.
Con el café, orujo y fresa bañadas en chocolate.
El precio similar a otros años, el servicio de lo mejorcito, atento sin agobiar, un RCP muy acorde a lo ofertado.
Por El Mule