Hemos Comido..en El Comité , vuelta tras bastante tiempo olvidado. Esta vez menú degustación, no os lo perdais, un menú corto y estrecho de lujo.
Enero 2015. El Comité sigue siendo ese lugar acogedor y poco bulllicioso, ideal para días especiales. Nos acercamos a probar la última oferta del lugar, el menú desgustación largo y estrecho, un menú de mercado que varía continuamente dependiendo de la disponibilidad del producto.
Comenzaron sirviéndonos un vino que acompañaba a este menú, un Pagos de María de Macia Batle, un vino tinto con DO Baleares. Con un copupage compuesto por Manto Negro, Syrah, Cabernet Sauvignon y Merlot. Uno de los vinos tintos mejor valorados de la Denominación de Origen Binissalem (Mallorca). Contundente, de color cereza-granate, equilibrados aromas, muy elegante, fruta madura, cacao, sabroso en boca. Un buen acompañante para el menú que nos sirvieron a continuación.
Comenzamos con unas anchoas como pocas he visto y saboreado, elaboradas a la carta por Rosa Ibaceta. En El Comité las piden que se les vea la piel. El nivel de limpieza de la anchoa es asombroso, ni el mas mínimo atisbo de espina, no las escaldan las límpian completamente a mano y parten de unos tamaños grandes de bocarte, textura dura y sabrosa. Un delicioso apertivo.
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Otro aperitivo, una burrata con aceite trufado, elaborado por el chef, con trufa oscense. Acompañando a la ración trufa de la misma procedencia. Un sabor mayúsculo y un perfume excelente le confieren a este queso de búfala, un sabor como nunca había apreciado en una mozarrella o similar, algo que hay que probar obligatoriamente en esta casa. Completa coincidencia con el otro comensal.
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Una referencia al mundo fungi y vegetal: pie azul y berenjena a la brasa. Todo muy al dente, sabores naturales y diferentes a lo habitual, un poco de sal negra y a degustar esta perfecta combinación.
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Para term¡nar con los entrantes un pequeña muestra de longaniza, también oscense. Muy natural, a mi me recordaba el sabor un chorizo criollo. No estaba tan picada como la mayoría de las que he probado hasta ahora, lo que la dota de diferente textura y mejor sabor. Hasta aquí los entrantes. por ahora todo sorpresas y de las buenas.
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Para ir abriendo boca un plato de cuchara, una fabada de esas que aprendió a guisar Gerardo de la mano de su madre. Auténtica fabada asturiana.
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El siguiente plato, un steak tartar que ya había probado en anteriores ocasiones en esta casa, del que ya he hablado y que resulta un plato de quitar el sueño. Una carne de buey con diez meses de maduración, sí habeis oído bien, diez meses, 300 días.
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El pescado, un rodaballo, ahora en temporada, bien cargado de grasa, a la brasa y acompañdo de verdurita, muy bueno. El rodaballo no es un pescado que me vuelva loco, pero a mi acompañante si que le volvió y estaba bueno. Aquí mi juicio es nulo, no es un pescado que me guste.
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Para terminar una chuleta de vaca con 150 días de maduración, la chuleta fue compartida. Una chuleta de gran sabor, justamente hecha, sin distracciones, carne y solo carne, fuerte sabor, concentrado y con esas notas minerales típicas de las largas maduraciones.
En fin, la comida fue en todo su conjunto una serie de agradables sorpresas, hasta el final, donde el postre resultó ser un gin tonic, mejor final imposible. En fin, se que va a ser difcil repetir este menú, más que nada por la disponibilidad de similares ingredientes. Por cierto, el precio muy ajustado.