Hemos Comido en Melly, volver aquí siempre va acompañado de sorpresa y esta vez no iba a ser menos, y «Volver» el es título de la canción elegida para conmemorar los 30 años de Juán Angulo en Somo.

Mayo 2015. Comida dominguera de menú dominguero. Melly elabora un menú fin de semana por 16€ estupendo, caracterizado por un buen producto y una excelente cocina tradicional. 

Restaurante Melly Somo

En esta ocasión comimos con un Verdejo Carrasviñas 2014. De color amarillo pajizo verdoso de aroma potente, intensidad alta de carácter herbáceo, donde aparecen notas de melocotón y membrillo. En boca frutal y ligeramente graso, muy buena acidez y frescura de final largo y muy persistente.

Restaurante Melly Somo Restaurante Melly Somo

Y he aquí la sorpresa, a todas las mesas del comedor se nos obsequió con unas esquilas al ajillo, una auténtica delicia. Las esquilas, casi escaldadas en el ajillo y un ajo diminutamente cortado y muy poco frito, deliciosas. Igual hacía veinte años que no las probaba, pasaron de ser algo habitual en la mayoría de los bares del área de influencia de la bahía a desaparecer y ceder su sitio al camarón de importación, de cáscara dura e incomestible.

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Pescar esquilas debió ser una de mis primeras actividades pesqueras, con un redeño urgando entre las rocas a la caza de tan preciado manjar, a veces aparecía una nécora, otras un cámbaro y en alguna rara ocasión algún pulpo. Después de este tipo de pesca, atropando entre las ropas, comenzamos a pescar con cebo, con chicharro, nunca bonito pues se pudren enseguida, después a pescar con reteles o mediomundos, todos, por supuesto, de fabricación casera. Siempre nos presentábamos en casa con esquilas para cocerlas y comerlas seguidamente, y algún cámbaro. 

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Éramos tres comensales, uno de ellos tomó uns espárragos frescos, que fue otra de las sopresas pues núnca los había tomado de esta manera, tibios aún y servidos con un pañuelo, que dice Melly el pañuelo es para secarte las lágrimas.

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Los otros dos comensales tomamos salmorejo. Un salmorejo como solo sabe hacer una cordobesa de Aguilar de la Frontera, de donde es la mujer de Melly. Textura bastante sólida, frescura sabor a tomate y un pellizco de vinagre, acompañado de diminutos tacos de jamón y huevo. Podría pasarme todo el verano viviendo de esta deliciosa sopa fría.

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Entre los dos comesales nos repartimos de segundo unas albóndigas de rechupete, salsa deliciosa y buenas patatas. Y las albóndigas jugosas y sabrosas.

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Y de segundo también compartimos lo que conforma junto con el salmorejo el menú cordobés, una ración de rabo de toro blandísimo, sin gota de grasa, jugoso y con la potente salsa que le caracteriza, acompañado de otras buenas patatas artesanas.

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El otro comensal tomó unos bocartes fritos sin harina pues es celiaca. Se los hicieron en una sartén a parte con aceite nuevo y con sal nueva, vamos que saben de que va la cosa. Los bocartes continuando la buena fama que les caracteriza en este lugar. 

Restaurante Melly Somo

El único que tomó postre fui yo, algo a lo que no se decir que  no y también muy corbobés: tocino de cielo. Las primeras noticias del tocino de cielo se remontan al año 1324 y fue creado por las monjas del Convento de Espíritu Santo de Jerez de la Frontera. Su origen está ligado a la elaboración del vino de la zona y al empleo masivo de claras de huevo usadas para la clarificación del vino. El resto, la yema de huevo, eran dadas al convento de monjas, las cuales, con el fin de reutilizarlas, diseñaron el postre «tocino de cielo», uno de esos postres más emblemáticos de la repostería española. El nombre de tocino de cielo se debe a su aspecto y textura y a su origen «religioso».

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Y al final la dolorosa, que no resultó tal, tres menús del día de esta calidad a 16€ por cabeza son más bien la benigna que la dolorosa. Yo muchas veces me pregunto por qué no como todos los días aquí, de hecho conozco a más de uno que lo hace.

Restaurante Melly Somo

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Por El Mule

Treinta años en Somo al frente de Melly, Juán Antonio Díaz Angulo

Juán llegó hace treinta años a Somo, lo primero que montó fue una heladería en la que se servían copas, combinados, café irlandés, granizados y chuches a los niños. Con el paso del tiempo se convirtió en uno de los mejores profesionales a base de estudiar, asistir a cursos y sobre todo catar.

Se convirtió finalmente en uno de los restaurantes más emblematicos de Cantabria. Conocido en toda España por sus elaboraciones. Melly es nieto de «Dios», el tramoyista del Teatro Pereda, arenero de la plaza de toros, brigada en los campos de Sport de El Sardinero, árbitro de boxeo y un largo etcétera, al que un obispo le puso ese apodo, por que siempre le veía en todos los sitios, muchos de los recuerdos de su abuelo decoran las paredes del restaurante.

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Melly viene del diminutivo de Remedios, su madre y su abuela. La cocina es su pasión, crítico constructivo y conceptual, donde las estrellas de la ecuación son los clientes. Un hombre para quien «no es lo mismo cocinar bien que dar bien de comer» .

Según Juán en su casa se elabora «baja cocina», cocina basada en la gastroterapia y cocina para comer con las manos, paleocoicina, una cocina tradicional que bebe del agua de la bahía de Santander, una cocina de kilómetro cero. 

Este hombre inquieto, que hizo de todo y que bebe de la fuentes de las musas por la poesía, es autor de tres libros. Felicidades Juán, seguimos contando contigo como mínimo otros treinta años.

Uno de los tangos más famosos de Carlos Gardel: Volver, donde la letra hace referencia a que «veinte años no es nada», en este caso son treinta, no veinte pero diez años más o menos, que mas da. 

Por El Mule 

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