Hemos Comido…en LaLola, una vista pendiente desde hace unos años, una comida tradicional y abundante.
Conocí LaLola siendo jurado del concurso de cocidos de Cantabria, ganó el primer premio en la categoría de cocido montañés. Poco después quedó tercero con el guiso de alubia blanca con jabalí. Si hay algo que defina a este sitio es su cocina guisandera, elaborada como si fuera en casa para ti.
Os diré que es de resaltar incluso el pan, de cercanía, de la panadería de Cueto Belllapan. Javier lo calienta en el horno antes de servirlo y si el pan es bueno de esta manera es superior.
Comimos con cerveza y en la terraza, pues hacía un día perfecto para este menester, a la sombra y con una ligera brisa.
Hoy nos pusieron una tapa de patatas con costilla que formaban parte del menú del día. Las patatas estaban de vicio, por supuesto. Así comenzamos una comida marcada por el buen hacer de la cocinera y la calidad del producto.
Resultó que había bocartes, recién comprados en la plaza y no pudimos resistirnos. La mitad rebozados y la otra mitad fritos. De los mejores que he probado esta temporada, estaban perfectos tanto en la fritura como en el rebozado, nos encantaron a los dos comensales.
A continuación, una ración de asadurilla. Con su parte blanda y bien de hígado (parte dura), con una salsa bien ligada, cebolla pochada como solo lo saben hacer las abuelas y un ligero toque a laurel. La salsa estaba para llorar de gusto y con el pan caliente te coges un buen disgusto cuando se acaba, picante lo justo.
Siempre me llamó la atención que en contadas ocasiones elaboran morros, algo prácticamente imposible de encontrara en el panorama gastronómico cántabro y algo difícil de elaborar pues requiere de un buen producto, una limpieza exquisita y unas buenas dotes culinarias para hacer una rica receta. Aquí los bordan, gelatinosos, pegajosos y se puede decir que únicos.
Pero aquí no acaba la cosa, para terminar las premiadas alubias con jabalí, al cual se le nota un marinado que se integra perfectamente con la alubia blanca. Pura mantequilla y un caldo con exquisito sabor a caza.
De postre arroz con leche, que al igual que el resto lo hacen con mucho cariño.
En el entorno de Santander pocos lugares encontrarás con estas características, la verdad es que tengo que visitarlo más a menudo ya que el puchero del lugar marca la diferencia.