Hemos Comido…en La Bombi, antigua taberna La Bombilla. Dos comensales recordando fechas anteriores, cuando nos reuníamos a comer en este lugar.
Taberna “La Bombilla”, Puertochico, 1935. Antonio del Ojo y su esposa Bernardina Pérez abren un modesto local, muy cerca de la lonja, donde los pescadores comparten historias, recuerdan leyendas y se reparten las soldadas. “La Bombi”, el nombre que adquiere el local al poco tiempo, da idea de la popularidad que va adquiriendo, con la ayuda de su hijo Chili, amplian la taberna adquiriendo la bodega y la cuadra adosadas para dar las comidas más cómodamente. En 1985, Boni Movellán adquiere el negocio y comienza esta segunda etapa para el local.
Ensaladilla, que sabe a patata y a huevo, con un acompañamiento de langostino y justa de mayonesa. Algo que la gente asocia con el verano, pero que a mí siempre me entra, siempre que merezca la pena la elaboración, esto y la periñaca, por mucho invierno que sea siempre me gusta y me apetece, y esta es de las que merece la pena.
Mejillones en escabeche. Mejillones, cebolla, pimentón, aceite, y para el carro que no hace falta más. Todo un clásico de la barra algo que siempre sorprende y sabe de rechupete, este es uno de los inexcusables del lugar.
Comí con una copa de Juvé y Camps, un bien conocido cava, a una muy buena temperatura.
Lubina marinada, fue uno de los primeros marinados que probé antes de ponerse de moda cebiches y tiradirtos. Esto es anterior, con dos grandes secretos: pescado salvaje y un leve marinado. Una auténtica salvajada de sabor, once sobre diez, buen grosor, más sabor, un poco de eneldo emulando las preparaciones nórdicas de salmón. Absolutamente recomendable.
Potaje de vigilia. Garbanzos, espinacas y bacalao, sabores de infancia. Había tres platos de cuchara: alubias rojas, patatas con merluza y los garbanzos. Es todo un clásico de la gastronomía de cuaresma, durante muchos años fue el plato principal en los viernes de cuaresma. Muy buenos.
Para terminar unas peras al vino, un postre de siempre.
La Bombi siempre ha sido un local de postureo, igual hacía más de diez años que no entraba al comedor. La barra siempre está muy concurrida, donde tomar las raciones clásicas del blanco o las de la tarde. En varias ocasiones he cenado a base de raciones en la barra, pero se me había olvidado lo que es el comedor y veo que sigue elaborando raciones de siempre y hacen guisos marineros como solía ser hace tiempo. Me ha resultado una grata sorpresa que todo siga como hace años, o por lo menos me recuerda mucho.