Del sábado 24 de marzo al 8 de abril jornadas del atún rojo en La Radio, imprescindibles para los amantes de este pescado.
Entre las raciones cabe destacar :
- Lomo de atún rojo con semillas de amapolas
- Daditos de atún rojo con champiñon y gambas
- Salteado de atún rojo con tomate frito natural
- Salteado de atún rojo con pimiento casero
- Daditos de atún rojo salteado con cebolla tierna
- Carpaccio de atún rojo con rúcula y salsa de soja
- Lomo de atún rojo a la brasa con sal maldon
- Lomo de atún rojo a la brasa con wasabi y mostazas
- Tartar de atún rojo con guacamole y huevas de trucha
- Ventresca de atún rojo asada con vinagreta de tomate
- Emparedado de atún rojo y foie caramelizado
Mariano Mora, chef y propietario de la taberna La Radio se ha desplazado este año a tierras catalanas para seleccionar personalmente el atún rojo que proganiza la segunda edición de unas jornadas que el año pasado cosecharon un gran éxito entre sus clientes.
Vuelta en un breve espacio de tiempo y de celebración, coincidiendo con las jornadas del atún rojo, un atrayente más del lugar. Nada más entrar nos encontramos con un despliegue de pescado inusitado. La barra llena al completo de lubinas, unos salmonetes de un tamaño que hacía mucho que no veía, rape, rodaballo, un vedao de un tamaño muy majo, unas cigalas impresionantes, percebes y en esta ocasión había hasta santiaguiños.
Una vez terminadas las cañas pasamos al comedor buscando a Carlos dado su buen hacer en la visita anterior y allí le encontramos en el comedor exterior. Enseguida se puso a nuestra disposición, tras una breve charla nos dejamos recomendar y nos tomó la comanda. En esta ocasión decidimos repetir del vino que nos recomendó la vez anterior, un Albariño Vía XIX, estupendo de punto y muy buen acompañante del menú que a continuación disfrutamos.
Y comenzamos tomando unos aperitivos bienvenida consistentes en unas anchoas con pimientos. Unas buenas anchoas, de buen sabor, libres de espinas, nada saladas y bañadas con un poco de aceite de oliva, los pimientos que las acompañaban muy buenos y caseros.
También nos obsequiaron con cuatro zamburiñas a la plancha muy buenas , es un marisco que me encanta y aún más a la plancha.
Comenzamos por algo que nos encanta a mi acompañante y a mí, que suele ser muy difícil de encontrar en Cantabria y que cada vez que voy a Galicia me pongo ciego con ellos: berberechos al vapor. Estaban hechos a la perfección, en el momento que se abren a comer y calientes, vamos de vicio como a mí me gustan.
Y ya inmerso en las jornadas del atún rojo como entrante tomamos tartar de atún rojo con guacamole y huevas de trucha, acompañado de mostaza, wasabi, y otros acompañamientos algunos de las cuales no sabía que eran pero todos maridaban a la perfección. El tartar estaba compuesto por atún, tomate y guacamole en su justa medida, un toque de lima prácticamente indetectable y los diferentes sabores de los acompañamientos. Lo cierto es que nunca había tomado un tartar que me gustara tanto, y la ración enorme, este plato nos lo recomendó Carlos y le quedo eternamente agradecido. Por cierto me sorprendió gratamente el sabor de las huevas de trucha.
Dentro de los segundos yo quise continuar con el atún y tomé ventresca de atún rojo asada con vinagreta de tomate. La ventresca tenía un peso aproximado de 38 kilos al completo, es una de las piezas más demandadas y que antes se terminan, una pieza muy grasa lo que le confiere una textura especial para ser pescado, a mí se me asemeja mucho al jamón. La vinagreta, por cierto muy suave, que le acompañaba desgrasaba el paladar y le confería un exquisito sabor. Otra de las recomendaciones de nuestro anfitrión que me encantó y que anteriormente no había probado nunca. Ya sabéis, daros prisa antes de que se acabe.
Mi acompañante optó por unas cigalas que vimos en el mostrador de la entrada y que se escapaban de este. Hechas a la perfección, sin abrir y con un sabor buenísimo. Como dice Cristino Álvarez , crítico grastronómico y colaborador periodístico, editor de Apicius en la cata debate en Noja, «si la frescura de los mariscos determina su sabor, la cigala en concreto si no está viva antes de su elaboración pierde muchísimo». Estas que estaban vivas no podían tener mejor sabor y textura.
Y de postre (si lo cuento me matan), bueno pues sí, de postre tomé cigalas ¡que me entro la envidia! y efectivamente estaban insuperables en todos los aspectos.
Para terminar algo dulce, tarta de queso de cabra compartida. Muy recomendable a mi entender.
En la foto de arriba Carlos (a la derecha) y un compañero, que nos atendieron a lo largo de la velada y que nos asesoraron de forma magnífica.