Hemos Comido…en Hoznayo en la terraza, reunión veraniega familiar para celebrar muchasss cosas acompañados de Lily.
Agosto 2013. Como antes decía nos reunimos a comer en La Bicicleta en Hoznayo, un restaurante muy de moda últimamente y al que no se habían acercado ni mi hija ni mi mujer, ni la perra (excelente catadora, que nunca olvida un sitio donde ha comido bien y si tiene ocasión se cuela a ver que saca).
Habíamos reservado mesa como suele ser habitual,sobre todo cuando queremos comer con el perro. Así que teníamos mesa en la terraza y a lo de llevar perro no pusieron ninguna objeción, es más, es uno de los pocos sitios donde estos animales son bienvenidos (a ver si vamos tomando ejemplo del resto de Europa, y no para otros asuntos).
Enseguida nos atendieron y nos situaron en una mesa a la sombra, el buen trato y la amabilidad siguen siendo uno de los sellos de garantía de la casa. Nos presentaron la carta y los extras fuera ella, generalmente pescados de día, nos sirvieron el pan y un humus de garbanzo a modo de aperitivo de bienvenida, fresquito con el sabor del aceite de oliva y un excelente pimentón, buen comienzo.
Y hablando del pan, unos excelentes panes de los que ya había oído hablar, servidos en una bolsita de tela con diferentes tipos a cual más sabroso y distinto de la habitual oferta. La visita merece la pena aunque solo sea por el pan.
En esta ocasión decidimos comer a base de raciones compartidas entre todos pues el resto de la familia no tenía excesivo hambre y así probábamos de todo un poco.
Comenzamos con uno langostinos en crujiente de almendra. Un langostino con un toque de fritura rápida, envuelto en una capa de almendra cruda, tostada justo el tiempo que tarda en hacerse esta pequeña brocheta lo que le confiere un toque de ni frito ni crudo excepcional, el langostino muy al punto y con un buen sabor. Le acompañaba una mayonesa que a mi entender sobraba dado el excelente sabor del langostino.
Continuamos con unas verduras en tempura, para mi uno de las frituras que bordan en este lugar, crujiente y poco hecha. Fui el único que las comió y no pude acabarlas pues los demás no estaban por la labor de participar en fritos un día caluroso como el que hacía. La única nota discordante de esta ración fue lo salado de la salsa de soja, estaba demasiado subida de sabor para mi gusto por que apenas la use.
Continuamos con un cebiche de lubina, lo que para mí fue el plato sorpresa de la velada. Unos tacos de lubina, perfectamente limpia, con un ligero toque de lima, cebolleta, diminutos trozos de pulpo y unos dados de tomate, fresco pero no frio, un toque de aceite de oliva, un poco de perejil. Delicioso y recomendable, ración generosa, algo para almacenar en la memoria gustativa.
Para mi hija el plato estrella de la velada fue el milhojas de solomillo. Unos milhojas de solomillo, patata pandera y foie sobre una cama de setas y una salsa de estas también exquisita. El punto de la carne, para ser un filete fino, era el justo. Mi hija me estuvo recordando toda la tarde lo bueno que estaba, lo que la había gustado y que era el mejor solomillo que había comido.
Ya en el capítulo postres, un yogurt ecológico con una presentación algo distinta y un brownie buenísimo que me comí yo y que es una de las especialidades de la casa, acompañado de una bola de helado y una teja de almendra.
En resumen, el lugar está de moda porque lo merece, se terminó llenado hasta la bandera, también ha aparecido últimamente el revistas como Vogue lo que le puede haber influido en la popularidad, pero está claro que la calidad de la cocina es indiscutible, el precio adecuado y las raciones acordes al precio.