Comenzamos con una tapa de arroz con salchichas mientras esperábamos las raciones que habíamos pedido, una distracción de buen gusto
Tomate en su punto maduro, pero sin pasarse, con un buen AOVE y un ligero toque de vinagre de vino blanco y sal, bien de sal, como mejor está un tomate.
Pero antes que llegaran los bocartes ya habíamos dado buena cuenta del acompañamiento que podría haber sido el tomate. Fritos en su punto, de tamaño pequeño y rebozados. No falla la cocinera, como la vez anterior de matrícula de honor.
Hoy el día se centraba en Cantabria, tomate de Cantabria, bocarte y bonito. El bonito en dos elaboraciones, como los bocartes, plancha con cebolla y tomate fresco y un segundo en salsa de tomate. Su corte no es que me vuelva loco, los que me conocéis sabéis que las ruedas no me molan, soy más del corte en lomos, pero es difícil de encontrar este corte en la oferta hostelera. El bonito estaba muy bien hecho, sin pasarse, lo que se traduce en que no estaba seco, tirando a jugoso.
Asadurilla y callos de postre. La asadurilla de lechazo perfecta como la última vez, hoy la hemos disfrutado los cuatro comensales que éramos, acompañada de unas patatas fritas que con la salsa de la asadurilla están de escándalo.
Para terminar unos callos, muy buenos también, pero la asadurilla me había dejado con la boca abierta ya no veía más allá. ¡Qué vicio de casquería, por Dios!