Menú degustación en El Serbal, de celebración.
El menú comienza con la omnipresente degustación de dos aceites de Jaén, a cuál mejor, un arbequina y un picual.
Aperitivos. Crujiente de espárragos, emulsión de coliflor y alcaparra. Bocado de Cantabria. Tosta de maíz anchoa y galleta de queso. Un derroche de imaginación, texturas y sabores. El comienzo nos da un toque de atención, vamos a disfrutar de lo lindo, pues en la cocina se cuece lo suyo.
Primero la copa de cava con la que siempre te reciben en este lugar, continuamos con un Texturas de Piedra de Raventós, que como siempre resulta caballo ganador.
Comenzamos con almejas, vieiras, caracolillos y navajas, algas y carbonara marina. Esperaba un toque más salino, resultó demasiado ligero, le faltaba algo más de potencia.
Cigala, tartar de secreto ibérico y saimis. Esto está para llorar cuando se termina, es delicioso, potente y diferente, una gozada. Por cierto, el caldo que lo acompaña es brutal.
Para los no celiacos: Nuestra versión de Cocino Lebaniego. Es tomar un cocido en par de bocados, las giozas que lo acompañan están para chuparse los dedos, la sopa decir que es suculenta se queda corto, delicioso.
Para los celiacos, gambón marinado con chili crab. Ya lo conocíamos de una visita anterior, yo no lo he tomado en esta ocasión, pero tengo un buen recuerdo de esta ración.
Rape Tom Kai y tubérculos. El rape ha resultado un completo descubrimiento, perfectísimo de punto, elaboración suprema y un wasabi que no conocía y que resulta delicioso.
Presa ibérica lacada al carbón, zanahoria y kimchi. También lo conocía de una visita anterior, pero no me importa repetir cuando este es el resultado. Al otro comensal, que no podía tomarlo, le sirvieron un lomo de tudanca que destacaba por su sabor y por su textura.
Gominola de fruta de la pasión y mango, para limpiar la boca antes de cambiar al dulce. Un toque superior de acidez, una maravilla y servido en un platito de lo más peculiar.
Helado de queso, frutos secos y pasas Golden.
Café, orujo y chocolate.
Para terminar, con el postre, un Sauternes primer Cru, Chateau La Tour Blanche, absolutamente exquisito.