Una de mis primeras visitas a un restaurante tras el confinamiento fue a El Remedio y esta vez repetimos visita, pero en el comedor.
Comida de las antológicas, de las que se graban a fuego en la mente y que cada vez que las recuerdas se magnifican. Esta es una de esas comidas que recordaré siempre, por todo: la compañía, el día y las viandas.
Comenzamos con la recomendación de Samu de su champagne favorito, que resultó E S P E C T A C U L A R: Jacquesson, todo un descubrimiento. Jean-Hervé y Laurent Chiquet, los dueños de Champagne Jacquesson, han pasado los últimos 20 años recuperando lo mejor de la tradición champenoise para crear unos champagnes de extraordinaria calidad.
Dos comensales, mi hija y yo. Ella es celiaca y su dieta tiene que estar adaptada, por lo que no puede comer en cualquier sitio, aquí hay confianza y sabemos a ciencia cierta que se respeta la dieta. Había antojo de mar, de pescado y marisco y así fue.
Comenzamos con unas gambas blancas, donde lo que impera es el producto y sobre todo el punto de cocción, buenísimas. Siempre me acordaré de unos langostinos tigre que tomé aquí y de su punto de cocción, pero no logro repetir, cuando vengo no los hay, está claro que no coincidimos. Toda la comida se sirvió en medias raciones emplatadas.
Mejillones en escabeche. Los escabeches es algo que tanto a mi hija como a mí nos encantan y estos estaban para ponerles un piso, imperaba el sabor marino del mejillón y un ligero toque de cebolla pochada con otro toque de un pimentón de muy alta alcurnia.
Bacalao sobre cama de pisto. Una perfecta tajada de bacalao, punto óptimo de cocción, un sabroso velo de pimiento y una base de pisto que le añade una gracia increíble al conjunto, de diez.
Para terminar con el rey de la comida, según el otro comensal y yo coincido, bonito con piparas encurtidas y tomates confitados. Preparado para elevarlo a los altares, a lo largo de esta temporada la mejor elaboración de bonito con la que me he topado, lo tenía todo.
Para mí el bonito sigue siendo el rey de la mesa en el Cantábrico, por mucho que se compare con el atún sigue ganando por goleada, de ahí su chulísimo nombre “BONITO”, por algo será.
Dos postres de la casa.
El sitio es espectacular, acabamos bien tarde y pagó el otro comensal.
